LEONARD COHEN siempre estuvo conmigo, como ese amigo que siempre ha estado ahí, del que incluso pasas muchas veces. Hasta que llega el día que descubres que estás profundamente enamorado de él y ese descubrimiento coincide con tu propia madurez como persona.
El single de Suzanne se encontraba entre los favoritos de mis padres. Recuerdo las tardes de invierno mientras sonaba y sonaba y yo veía la vida pasar a través de mi ventana. Lo siguiente, era una profunda nostalgia que se apoderaba de mi y me llevaba a llorar a mi habitación; y ni entendía aún su letra, ni tenía suficientes recuerdos propios para sentir nostalgia. Estamos hablando de un niño de cinco años.
Luego crecí y me convertí en un adolescente rebelde. Y como todo rebelde que se precie, dejó de interesarme cualquier cosa que le gustara a mis padres. Aunque la rebeldía en mi generación no se entendía como se entiende ahora. Entonces, todos queríamos saber más, tener una cierta cultura literaria, musical y cinematográfica aunque solamente se quedase en un acercamiento teórico. Podría haber adquirido muchos conocimientos sobre Cohen o su música, ya sabía entonces que era de los grandes. Pero no escuchaba sus discos. Y no lo hacía porque él era mi Kriptonita y no me apetecía sentirme tan vulnerable. Era el único capaz de de volverme del revés con tan solo tres versos. Porque entonces, ya si tenía un nivel de inglés aceptable como para enterarme de lo que nos contaba.
Tuvieron que pasar muchos años más para reencontrarme con Cohen y enamorarme sin remisión. Yo ya había cumplido los treinta y cinco y me había embarcado en la escritura de mi primera novela. Me había hecho con su discografía hasta ese momento y me había grabado una playlist en un Cd. Entonces, no estaba familiarizado con el Mp3 y tenía un discman al que me enchufaba para escribir por las noches. Si no escuchaba música, difícilmente podía escribir. Pero no me servía cualquiera. Había elegido a Cohen porque su música no era demasiado estridente como para sacarme de mi propio universo creativo y si además absorbía algo de su esencia, pues mucho mejor.
Las primeras veces pude escribir sin darme cuenta de que estaba escuchando su música. El objetivo estaba cumplido, no sólo no me distraía, me reforzaba. La Kriptonita había revertido su poder. Todo eso sucedía entre las dos y las ocho de la mañana. Luego el texto reposaba durante la tarde y se corregía por la noche antes de ponerme a escribir de nuevo.
Llegó un momento que la música de Cohen trascendió a otras horas del día en momentos no relacionados con mi tarea. Y comencé a escuchar sus discos completos uno por uno, al margen de mi playlist nocturna. Necesitaba prestarle atención. Su poesía me había calado sin darme cuenta y la necesitaba aún más para poder seguir viviendo. Me resultaba áltamente adictiva.
El Nobel de literatura debieron dárselo a él y no a Bob Dylan. Todavía se me saltan las lágrimas cuando recuerdo su discurso al recibir el Premio Príncipe de Asturias en el 2011. Ya sabéis que odio las necrológicas porque están repletas de palabras que se vuelven vacuas a fuerza de repetirlas una y otra vez. Esto es solamente una carta de agradecimiento al maestro porque no puedo ni imaginar mi vida sin él. Pero como digo al principio, siempre estuvo conmigo casi sin saberlo... Y en el futuro, lo seguirá estando.
MIDAS
Foto Cabecera The New Yorker by Bernard Avishi
Que año fatal mi amigo , se fue un grande ,de esos que no dieron ni un paso en falso en su carrera ,me encanto saber tu historia ligada a el a través de la escritura y la música .
ResponderEliminarCohen también forma parte de mi como acompañamiento en la lectura ; su obra te musicaliza cualquier relato sin distraerte del hilo conductor .
Un abrazo y buena semana .
@ Luther Blues
ResponderEliminarSí. Ha sido un año malísimo. Y está claro que aquí en La Tierra no nos vamos a quedar ninguno. Todos nos iremos tarde o temprano. Lo único bueno es que Leonard Cohen nos deja un legado digno de estudiar en las Universidades. Y eso perdurará por los siglos de los siglos.
Hoy he entrado en un portal de música para ir encargando los regalos de Navidad y me he encontrado que toda la discografía de Cohen se repartía entre los 20 primeros puestos de lo más vendido. Eso está bien. Pero sería mucho mejor que nos acordásemos de todos estos genios cuando están vivos. Y si a Dylan le dieron el Nobel, ya tardan en dárselo a Cohen. Aunque sea a título póstumo.
Otro abrazo para tí. Y muchas gracias por comentar.
ResponderEliminarQué grande Leonard, y qué exquisita la entrada que le has dedicado cruzando tu vida con su música.
Y qué suerte poder escucharle concentrados en otras cosas. Yo aún no lo he conseguido. Tiene una voz tan ronca y dulce que cuando me doy cuenta estoy mirando a ningún sitio sin poder hacer nada más. Solo escucharle.
Me emociona tanto que me paraliza.
Estaba empollando y lo he tenido que aparcar después de pasarme un montón de rato leyendo lo mismo sin enterarme de nada.
Pero mencanta el cambio.
Gracias, gato que escribe y ama la buena música.
@ Maria
ResponderEliminarMe he encontrado tres comentarios iguales tuyos. Te he publicado dos de ellos para que vieses que me habían llegado los tres. Luego si quieres, borras uno de los dos.
No te preocupes, a veces os liáis con la moderación de comentarios y os creeis que no habéis publicado y sí que habéis publicado. Pasa mucho más de lo que te imaginas. Y mucha gente acaba convencida de que al final no me ha llegado su comentario.
Ahora si volviera a escribir quizás tampoco podría usar aquella misma playlist de entonces. Ni ningún disco antiguo de Leonard Cohen. Porque son canciones que me conozco de memoria, sé donde va cada pausa, cada verso, cada arreglo musical... Si acaso podría probar con el último que lo he escuchado muy poco. Y cuando escribes se trata de elegir algo que te permita escribir. Algo que no conozcas demasiado y que no te distraiga de lo que estás haciendo. Con aquella vieja playlist, seguramente pararía para ponerme a cantar alguna de esas canciones. Por cierto "Suzanne" me sigue dando una nostalgia terrible. Y esta vez totalmente fundada porque ya no tengo 5 años. Me recuerda mucho a una época en la que mis padres tenían más o menos la misma edad que tengo yo ahora o incluso eran un poco más jóvenes. Y después de perder a mi padre y que mi madre ya tiene 83, siento una enorme tristeza al escucharla y en parte, hay un componente bastante egoísta en esa tristeza porque, me ha costado, pero por fin he asumido ya que ellos han tenido que envejecer por ley de vida. Aunque eso no quita que recuerde lo felices y vitales que eran en aquella época y se me salten las lágrimas. Lo que no asumo para nada es que al que le toca envejecer ahora es a mi.
Lo he hablado con muchos otros tíos que han sentido lo mismo que yo. Porque las mujeres sois mucho más prácticas e inteligentes y tenéis otra relación distinta con la vejez y la muerte. Pero cuando perdí a mi padre viví una de las mayores crisis existenciales de mi vida. Por un lado sufría por haberlo perdido. Pero por el otro, yo ya estaba a punto de cumplir 40 y jamás había pensado en mi propia muerte. Cuando pierdes a tu padre, ves tu muerte más cercana y posible. Lo primero que piensas es "Ahora me toca a mi envejecer y morirme. La vida es una puta mierda" y cuando ves a las generaciones de hijos y sobrinos (sobrinos en mi caso, porque no tengo hijos) que vienen detrás con las edades típicas en las que no se tienen crisis existenciales por estos motivos, es como si tu subieras otro escalón más en las nominaciones a morirse. Una puta mierda todo.
Y ahora me gustaría hablar de Leonard Cohen y esos 82 años que tampoco son los mismos 82 años que tenía la gente hace 30. Mi madre tiene 83 y es autosuficiente todavía. Y este señor ha estado grabando y presentando un disco hace nada y haciendo conciertos y viajando por todo el mundo a pesar de esos 82 años. Así que tampoco me vale cuando me dicen eso de: "Ha muerto porque era muy mayor". Porque cuando se lleva una vida rica y activa, nunca se es lo suficientemente mayor para morirse.
Un besazo y muchas gracias por tu comentario!!!
ResponderEliminarVaya, otra vez la he liado.
Tres comentarios? Como no fuera porque no me di cuenta y tenía abiertos el correo y el cuarto de los trastos, y saliera también con uno de esos nics... Porque envié estos dos, solo repetí el que desapareció.
No tengo ni idea de cómo se borran, podrías hacerme ese favor, Dimas? El segundo es el repe.
Creo que te entiendo, pero pensar en ello me agobia y procuro no hacerlo y simplemente vivir sintiendo que estoy viva.
No te conozco en persona pero después de lo que has explicado te daría un abrazo muy fuerte.
Gracias por traer a Cohen y por cómo lo has presentado.
Un besazo de tu amiga desastre
Voy a copiarme esto no sea que se le ocurra salir volando y la líe otra vez...jeje
@ Maria
ResponderEliminarYo también intento sentirme vivo aunque tenga esas reflexiones a veces y la música y escribir hace que me sienta vivo.
Acepto el abrazo. Aunque mi profesora de interpretación me decía que en estos casos los abrazos no sirven para consolar al otro. Sirven para consolarte a ti mismo. Porque el otro te está lo haciéndo pasar mal. Y razón no le faltaba. No sé si he explicado bien a lo que se refería.
Le doy otra vuelta por si acaso: A veces, vemos a alguien jodido y nos sentimos tan incómodos que queremos abrazarlo para aliviarnos nosotros mismos de su propio sufrimiento. A él nuestro abrazo no le va a solucionar nada. Pero nosotros nos sentimos mejor si lo abrazamos. También es un comportamiento egoista. Pero vamos... No me hagas mucho caso, estoy muy rebuscadillo hoy. XD!
Esta vez había otro comentario porque te pensabas que este no había entrado. Y sí que entró.
Otro Besazo para tí!!!
ResponderEliminarGracias por descubrirme esa parte del abrazo que no conocía.
Y es verdad, tiene sentido.
Aunque en mi caso no era, porque no me sentía mal ni pretendía consolarte.
Era un abrazo cariñoso, de amiga, por compartir una parte importante de tu vida.
Has conseguido que a partir de ahora me fije en los abrazos. jajaja
@ Maria
ResponderEliminarNah! Ya sabía yo que no era ese tipo de abrazos. Y sí. Si te metes en cualquier escuela de interpretación de las que hay en España acabas sabiendo mucho de los abrazos y aprendes a analizar cosas cotidianas que hace la gente sin mayor importancia a las que se les puede buscar las vueltas. Y cualquier gesto inocente puede esconder un significado que no pensábamos. También soy bastante aficionado a analizar el lenguaje no verbal.
Otro Abrazo!!
Magnífico homenaje. Lo del Premio Principe de Asturias fue de una grandeza absoluta. Yo creo que es el mejor letrista pero el Nobel primero a Dylan por todo y en todo caso después a él. Y digo esto sin ser muy fan de Cohen. Abrazos.
ResponderEliminar@ Johnny JotaJota
ResponderEliminarO.K. Es una chorrada discutir si el Nobel para Dylan sí y para Cohen no y viceversa, cuando solamente se lo han dado a Dylan y ya no es posible dárselo a Cohen. Pero puestos a elucubrar si se lo hubieran dado antes a Cohen. Por lo menos le habría dado tiempo a recogerlo. Me aventuraría a decir que a Dylan le pueden quedar perfectamente unos diez años bastante holgados de carrera. Y reconocimientos tan importantes como el Nobel.
A pesar de todo, yo tampoco me considero fan de Cohen ni de Dylan. Bueno... Ya sabes que no me considero fan de nadie. Para la música hay que ser muy promiscuo, ¡¡¡muy putón verbenero!!! Y escucharlo absolutamente todo. Si te aferras como fan a una banda o a un artista, te puedes perder muchísimas otras cosas.
La verdad es que tengo amigos que son fan de alguien y sale mucho más barato que los que no lo somos. Porque sí, se compran todas las ediciones especiales y las pijaditas de sus bandas preferidas. Lo tienen todo tanto en Cd como en Vinilo, como en Mp3. ¡¡¡¡Pero es que solamente escuchan a esa única banda!!!! Si yo tuviese que hacer eso con toda la gente a la que le compro los cds que editan, necesitaría hacer horas extras y además prostituirme.
Abrazo! Y gracias por el comentario.