martes, 7 de junio de 2016

LA CONSAGRACIÓN DE BETH ORTON.


Hace cuatro años que no sabíamos nada de BETH ORTON, en el 2012 cambió de sello discográfico (Anti Records) y publicó Sugaring Season una delicia en la que predominaba lo acústico y con la que nos dió la sensación de que comenzaba una nueva etapa su carrera. Nos equivocamos.
Está claro que como dice nuestro refranero popular: "La cabra siempre tira al monte" porque Orton acaba de publicar KIDSTICKS y con la ayuda del productor Andrew Hung y es una vuelta a la electrónica en toda regla. 
Aunque sentenciar que "es una vuelta a la electrónica" tampoco sería del todo exacto. Orton no vuelve, si acaso, continúa. Porque no ha retrocedido a la electrónica que nos regaló hace veinte años cuando todavía no existía el dubstep o estaba a punto de acuñarse el término como tal. Esto tiene poco o nada que ver con lo que hacía con Willian Orbit entonces, o cuando acompañaba a los Chemical Brothers. Estamos hablando de la evolución de la electrónica o la folktrónica que es el género con el que fue etiquetada en su momento.
Y ciertamente nos encontramos a una Beth Orton pletórica, con la actitud de una artista consagrada que no tiene el peso de tener que demostrar algo, que no necesita buscar nuestra aprobación y, sobre todo, que sigue siendo vanguardista después de más de dos décadas de carrera.
Los que estáis familiarizados con la música de Beth Orton váis a disfrutar muchísimo con este trabajo. Para los que no, KIDSTICKS es un disco que no va a gustar en la primera escucha, necesitará dos o tres oportunidades para que apreciéis todos sus matices musicales y vocales. Nosotros os recomendamos que le deis esas oportunidades. Merece la pena.


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