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martes, 11 de noviembre de 2025

COULD'VE BEEN ANYONE: EL TESORO ESCONDIDO DE CHARLIE HICKEY.

 


En un tiempo en que la vulnerabilidad sigue siendo un acto de resistencia, CHARLIE HICKEY regresa con un disco que confirma lo que ya intuíamos en Nervous at Night (2022): su pop introspectivo no es debilidad, sino una forma de coraje. COULD'VE BEEN ANYONE llega sin ruido, casi escondido, pero contiene una ternura que desarma. El músico californiano sigue explorando la sensibilidad masculina desde la honestidad y el temblor, con melodías que recuerdan a la fragilidad luminosa de Elliott Smith y a la calidez melancólica de The Milk Carton Kids, con quienes comparte una colaboración que resume su búsqueda: belleza, sencillez y emoción sin armadura. 

A diferencia de su álbum debut, que salió bajo el amparo de Saddest Factory Records, este segundo trabajo llega en un contexto de independencia y discreción. Distribuido por Many Hats Distribution y lanzado únicamente en streaming y descarga digital en marzo de 2025, COULD'VE BEEN ANYONE habría pasado completamente desapercibido para nosotros si no fuera por nuestra costumbre de rastrear Spotify en busca de novedades de artistas que hemos apoyado anteriormente. 

Si quisiéramos romantizar lo que ha ocurrido podríamos decir que:  "COULD'VE BEEN ANYONE se plantea como un proyecto más íntimo y directo, donde Hickey toma control completo de su narrativa artística y que la ausencia de edición física o promoción destacada no resta valor a la música, sino que acentúa la sensación de un álbum hecho en silencio, para quien se detenga a escucharlo de verdad". Es un pensamiento precioso y no del todo falso. Nos encantaría que fuera así. Pero la realidad es otra bien distinta. Por supuesto que a su autor le encantaría que este disco se hubiera lanzado como se merece. Pero COULD'VE BEEN ANYONE no tiene edición física, apenas ha recibido promoción y la razón no es artística, sino estrictamente comercial: Nervous at Night (2022), su álbum debut, no alcanzó los objetivos de venta y Saddest Factory Records no continuó apoyando al artista. Porque Saddest Factory Records aparentemente puede parecer una discográfica muy cool, pero al final funciona exactamente como todas. Si no alcanzas objetivos comerciales, estás fuera. Ahora, este segundo álbum es un fiel un reflejo de lo que ocurre cuando la industria descarta a alguien por cifras de ventas, pese a su talento. Hickey no elige “hacer un disco escondido”; más bien, se enfrenta a la cruda realidad de un sector que premia la visibilidad sobre la calidad, dejando escapar a quienes no generan números inmediatos. Por eso os conviene guardar como oro en paño vuestras copias de Nervous At Night (2022) porque en unos años se revalorizará y se convertirá en un álbum de culto.


Musicalmente, COULD'VE BEEN ANYONE mantiene la línea introspectiva que caracteriza al artista: pop delicado, con arreglos sobrios y atmósferas que se sienten cercanas, casi confesionales. Las letras siguen mostrando a un compositor consciente de sí mismo, capaz de desnudar emociones sin recurrir a clichés o gestos de masculinidad tóxica. La colaboración con The Milk Carton Kids en Nikita es un punto culminante: su armonía vocal y sensibilidad folk enriquecen una canción que destaca por su equilibrio entre melancolía y luminosidad. 

COULD'VE BEEN ANYONE también invita a reflexionar sobre la continuidad artística. Hickey no se aparta de su estilo, sino que lo pule y lo adapta a un entorno más austero. Cada tema funciona como un ejercicio de introspección, donde la voz se convierte en el principal vehículo de emoción y el minimalismo instrumental potencia cada frase. Para quienes descubrieron su debut, la coherencia estilística es reconfortante; para los recién llegados, es una puerta abierta a un universo de delicadeza y honestidad. 

La escasez de cobertura y la discreción de su lanzamiento hacen de este álbum un tesoro escondido. Su valor no reside solo en la calidad de las canciones, sino en la oportunidad de escuchar a un artista que, pese a los cambios de sello y la visibilidad limitada, sigue fiel a sí mismo y a su manera de narrar el mundo. COULD'VE BEEN ANYONE es un recordatorio de que la música más sincera a veces pasa desapercibida, pero su fuerza permanece intacta para quien se acerque a ella. 

Como podréis imaginar no existe ninguna reseña de este álbum, ya no en castellano, ni siquiera en Inglés. Nosotros somos pioneros en ofrecer reseñas de álbumes y artistas que normalmente suelen ser comentados en Inglés, pero que rara vez suele haber material editado en Castellano, hasta que lo escribimos nosotros. Pero esta vez estáis ante la única reseña que se ha escrito sobre COULD'VE BEEN ANYONE, no hay absolutamente nada publicado sobre este álbum y no merece menos de un 90 sobre 100. Si no nos seguís os perderéis álbumes como COULD'VE BEEN ANYONE y a artistas como CHARLIE HICKEY que siempre han inspirado este blog y nos motivan a seguir adelante. 




MEJORES MOMENTOS: Feel Nothing, Nikita, Death Grip, Cash In, Could've Been Anyone...

MEDIA CRÍTICA:---

NUESTRA VALORACIÓN: 90/100

lunes, 10 de noviembre de 2025

OKLOU: EL PODER DEL BOCA-OREJA.

 


Bajo el nombre de OKLOU se esconde Marylou Mayniel una cantante, compositora, músico de formación clásica y productora francesa que comenzó a llamar la atención con la publicación de una mixtape titulada Galore (2020). Después de varios sencillos y de que se hiciera un hueco en los circuitos de música electrónica, publica su álbum debut, CHOKE ENOUGH, el pasado mes de febrero. Un dato que conviene subrayar porque es un disco que ha funcionado muy bien gracias a los blogs independientes y al boca-oreja, y que en este preciso momento se perfila como uno de los favoritos para aparecer las listas de los mejores álbumes del 2025. En CHOKE ENOUGHOKLOU construye un territorio sonoro difícil de clasificar, un espacio en el que los límites entre géneros se disuelven con naturalidad. El disco se mueve entre la electrónica ambiental, el pop experimental y ciertos ecos del hiperpop, pero también deja entrever la formación clásica de la artista francesa, que aparece filtrada en armonías de cuerda, líneas melódicas casi barrocas y un sentido del dramatismo más propio de la música de cámara que del club. La base electrónica nunca resulta fría ni mecánica: OKLOU la trata como una materia orgánica, moldeable, capaz de respirar. En algunos momentos se acerca al dream pop y al R&B contemporáneo, en otros a un trance ralentizado, y a menudo combina todo ello con texturas acuáticas y reverberaciones que dan la sensación de estar escuchando bajo el agua o dentro de un sueño. La producción de Casey MQ, Danny L Harle, A.G. Cook y la propia OKLOU, es minuciosa y envolvente, busca más sugerir que imponer: los crescendos son discretos, las percusiones se difuminan y las melodías parecen flotar, suspendidas. En cuanto a las narrativas, CHOKE ENOUGH actúa como un diario emocional velado. OKLOU escribe sobre la vulnerabilidad, el deseo, la pérdida y la reconciliación consigo misma, pero lo hace de forma casi impresionista, sin recurrir a la literalidad. Sus letras funcionan como fragmentos de pensamiento o sensaciones: imágenes de fuego, agua, viento o luz se repiten como símbolos de transformación y renacimiento. Hay una constante tensión entre lo íntimo y lo trascendente, como si cada canción intentara convertir una emoción personal en un pequeño rito. El álbum también puede leerse como un viaje de madurez: parte del desconcierto y la asfixia —esa “falta de aire” que sugiere el título— para acabar encontrando cierta calma o aceptación. No hay una narrativa lineal, sino una sucesión de estados de ánimo, de paisajes emocionales que se abren y se cierran lentamente. En definitiva, CHOKE ENOUGH es una obra que combina lo sensorial y lo espiritual, lo digital y lo humano. OKLOU convierte la electrónica en un lenguaje de confesión, y el pop en una experiencia de escucha casi meditativa. Es un disco que no busca deslumbrar, sino envolver, y que deja la sensación de haber asistido a algo frágil, sincero y, sobre todo, profundamente suyo. 



Escuchando este trabajo resulta inevitable pensar en Christine And The Queens. Aunque no han trabajado nunca juntas —y Christine llevaba ya unos cuantos años en la brecha antes de la aparición de OKLOU—, comparten más que la nacionalidad y un mismo ecosistema creativo. Tanto Christine and the Queens como OKLOU muestran una clara alergia por el pop prefabricado y una necesidad de controlar cada aspecto de su obra, desde la composición hasta la producción y la puesta en escena. Ambas entienden la electrónica como una herramienta expresiva, no como un artificio, y convierten la vulnerabilidad y la búsqueda de identidad en el centro de su discurso artístico. Además, han compartido colaboradores del entorno de A. G. Cook y la esfera del pop experimental contemporáneo, lo que refuerza el parentesco estético entre sus universos. Podríamos hablar de una corriente franco-europea de pop experimental, sensible y digital, que tiene en ellas a dos de sus figuras más visibles y coherentes.La recepción crítica de CHOKE ENOUGH ha sido notablemente positiva: Spectrum Culture (90/100), Paste (88/100), Pitchfork, The Skinny y Dusted (80/100), y Sputnikmusic (72/100). Aunque The Needle Drop discrepa del resto con un 40/100, la media en Albumoftheyear.org se sitúa en un 75 sobre 100, mientras que Metacritic le otorga un 84/100.  Nuestra nota para CHOKE ENOUGH es de un 85 sobre 100. No es un disco complaciente con el oyente medio: requiere tiempo, escucha atenta y disposición para dejarse llevar por sus matices. En algunos tramos quizás se adentre demasiado en la experimentación, pero ahí radica también su autenticidad. Lo interesante es que, pese a su carácter poco accesible, está siendo muy reivindicado por el público. A veces ocurren estos fenómenos: cuando el mercado parece premiar lo fácil o lo formulado, surge una obra honesta y arriesgada que conecta precisamente por ir a contracorriente. CHOKE ENOUGH es, en muchos sentidos, la excepción que confirma la regla. 






MEJORES MOMENTOS: choke enough, family and friends, endless, thank you for the according, take me by the hand...

MEDIA CRÍTICA: 75/100 albumoftheyear.org 84/100 metacritic

NUESTRA VALORACIÓN: 85/100




domingo, 9 de noviembre de 2025

ROSALÍA O LA ALFABETIZACIÓN CULTURAL LÍQUIDA.



Hay algo profundamente revelador en el fenómeno LUX: que un álbum denso, casi místico, centrado en la vida de las santas y revestido de sonoridades clásicas y líricas, haya conquistado al público masivo español. Un público que, siendo honestos, no se caracteriza precisamente por su curiosidad musical, ni por su espíritu de exploración estética. Ese público gris, domesticado por las playlists de “Novedades Viernes” y adicto a la escucha pasiva, ha recibido con entusiasmo un disco que, en teoría, debería incomodarlo o desconcertarlo. 

La paradoja es fascinante: LUX no suena a lo que se espera de un éxito de masas. Tiene piezas como Berghain, donde ROSALÍA juega con la textura del canto lírico, con armonías que remiten más a lo sacro que al pop. Y, sin embargo, el álbum ha logrado el mayor debut en streaming (42,3 M) para un disco mayoritariamente en español —Juega con 13 idiomas— y de una artista femenina, superando el récord que tenía Karol G. Y para quienes aseguran que ya no se vende el formato físico, basta decir que ha agotado existencias de CDs y Vinilos en El Corte Inglés, la Fnac y ha colapsado preventas en Amazon. Es decir, el público ha respondido de manera fervorosa ante una propuesta que, sobre el papel, requeriría cierto bagaje musical. 

Lo que esto revela no es tanto una súbita sofisticación del oyente medio, sino un cambio en la forma en que se construye el gusto. Ya no se trata de conocimiento ni de educación estética, sino de reflejos sociales y afectivos. ROSALÍA funciona como un dispositivo de legitimación cultural: su carisma, su estética y su aura casi religiosa convierten lo difícil en deseable, lo culto en pop, lo experimental en mainstream. 

Podría decirse que está ejecutando una alfabetización cultural líquida. No enseña al público a distinguir a Wagner de su propio eco, pero logra que Wagner —o al menos su sombra— entre por la puerta grande del imaginario popular. Su figura sintetiza la alta y la baja cultura, lo sagrado y lo profano, y en ese proceso consigue algo insólito: que la masa descubra, sin proponérselo, un atisbo de complejidad.


Frente a los argumentos manipuladores de quienes dicen que “la gente compra LUX solo porque es de ROSALÍA ”, conviene recordar algo esencial: un artista anónimo nunca podría hacer este disco. Ni tendría los recursos, ni la libertad creativa, ni la autoridad simbólica para levantar una obra de tal ambición conceptual y estética. LUX solo puede existir porque existe ROSALÍA. Y, si parte del público se acerca a él solo por su nombre, eso no invalida el fenómeno: lo refuerza.

LUX también va contracorriente en otro sentido: es una obra completa, con cuatro movimientos, un arco narrativo y cohesión sonora. No es una colección de singles intercambiables; cada canción existe por un motivo concreto y forma parte de un puzle que culmina con Magnolias. Respetar hoy día el concepto de álbum como se hacía en el pasado es, de hecho, casi un acto vanguardista.

LUX tiene una producción muy costosa. Probablemente diez veces más cara del presupuesto de cualquier álbum de un artista español destacado sin proyección internacional. Ha contado con unas veintisiete personas en producción e ingeniería entre las que destacan Pharrell Williams, El Guincho y Caroline Shaw que es una eminencia en música clásica. En el apartado compositivo encontramos a treinta y una personas entre co-autores y arreglistas entre los que destacan Kyle Gordon, Carminho o Tobias Jesso Jr y entre las colaboraciones tenemos a Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz, Yahritza y Su Esencia, Carminho, Yves Tumor y Björk. Por muy difícil que sea de entender, gracias a LUX, una generación que desconocía a Björk la ha descubierto ahora. Esto refuerza la importancia cultural de la aportación de ROSALÍA al público español.

La crítica está con LUX. Su amalgama de idiomas y su caos controlado ha convencido con una media de 93 sobre 100 con publicaciones como MusicOHM, NME, Rolling Stone, The Guardian, The Independent o Dork otorgándole el 100/100; Consequence of Sound 91/100; Clash y Earlmilk 90/100; Pitchfork 86/100; Northern Transmissions 85/100; Exclaim!, Slant Magazine y The Irish Times 80/100.

ROSALÍA, en LUX, no solo homenajea a las santas. Se convierte en una de ellas. Una santa de lo contemporáneo, que salva al público masivo de su mal gusto no a través del sermón, sino del deseo. En tiempos en que la cultura se consume por inercia, ella ofrece algo más parecido a una revelación: la posibilidad de que el arte todavía pueda elevar, incluso a quienes no saben por qué lo necesitan. Nuestra valoración es un 95 sobre 100



MEJORES MOMENTOS: Berghain, La Perla, Reliquia, Dios Es Un Stalker, Sauvignon Blanc, De Madrugá. Magnolias...

MEDIA CRÍTICA: 93/100

NUESTRA VALORACIÓN: 95/100

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