Una de las grandes sensaciones del año pasado fueron las británicas THE LAST DINNER PARTY que sorprendieron a todos con Prelude To Ecstasy (2024) y además superaron el inmenso hype que las rodeaba desde antes de que saliera el álbum. Recientemente han publicado FROM THE PYRE y prácticamente lo han vuelto a conseguir.
FROM THE PYRE no es tanto un paso adelante como un giro hacia el interior. Si Prelude to Ecstasy se erguía como un estallido de grandeza emocional —casi un ritual de coronación barroca—, este segundo álbum funciona como su resaca inevitable: el momento en que la banda examina qué queda después del éxtasis, cuando el fuego baja y sólo persisten las brasas. Sin abandonar del todo su teatralidad, THE LAST DINNER PARTY levanta aquí un telón más frágil, dejando ver fisuras y gestos menos calculados, como si las máscaras del debut ya no protegieran tanto. En vez de intentar superar aquella primera explosión, FROM THE PYRE se coloca a su lado como un contrapunto sombrío y complementario: menos ascenso y más descenso, menos fulgor y más combustión lenta. Un disco que no rehúye su origen, sino que lo reescribe desde las sombras que dejó a su paso.
En lo sonoro, FROM THE PYRE mantiene el aura gótica y el dramatismo majestuoso que definieron el debut, con esa mezcla de arrebato barroco y épica emocional que sigue remitiendo inevitablemente a la escuela de Florence Welch: coros que se abren como cortinajes, pianos que suenan a capilla incendiada y una teatralidad vocal que sigue guiando la arquitectura del álbum. Pero alrededor de ese núcleo reconocible, el disco se permite deambular por territorios más amplios —desde el pop de cámara hasta un indie-rock más luminoso— que suavizan algunos bordes y apuntan a una búsqueda de mayor accesibilidad. En ciertos momentos, THE LAST DINNER PARTY parecen negociar con el gran público, dejando que lo expansivo y lo pegadizo tomen el protagonismo allí donde antes dominaba la intensidad casi operática. No es un giro brusco, pero sí un deslizamiento calculado hacia un sonido que, sin perder identidad, se vuelve más amable y menos hermético.
A pesar del relevo en la producción, Markus Dravs parece haber entendido perfectamente el legado sonoro que James Ford dejó en el debut. No llega a imponer una identidad nueva, sino que trabaja desde la arquitectura ya creada, respetando ese barroquismo gótico y ese pulso teatral que hicieron tan distintivo a Prelude to Ecstasy. La sensación no es la de un productor que reorienta a la banda, sino la de alguien que facilita una evolución que ellas mismas han buscado: un sonido ligeramente más terrenal, más denso y menos cristalizado, sin renunciar a la grandeza emocional del primer álbum. Lo nuevo que se percibe en FROM THE PYRE parece responder más a un deseo interno del grupo que a una intervención autoral del productor, lo cual permite que la continuidad sea natural sin sacrificar el crecimiento.
La crítica ha respondido a FROM THE PYRE con una media de 84 sobre 100, con los 100/100 de Rolling Stone Uk, DIY, Record Collector o Dork y con las únicas valoraciones discordantes de The Guardian y No Ripcord con sus 60/100. Prácticamente consigue una media calcada a la del debut —apenas un par de puntos por debajo—, y es fácil entender por qué: el disco es sólido, está bien construido y confirma que THE LAST DINNER PARTY no eran un destello pasajero. Nosotros también consideramos que es igual de bueno que Prelude to Ecstasy. Sin embargo, sigue costando entender la urgencia de publicarlo tan pronto, cuando el primer álbum aún tenía recorrido, visibilidad y vida comercial. Ese apresuramiento genera la sensación de que FROM THE PYRE ha salido menos de una necesidad artística que de una necesidad estratégica: aprovechar un pico de atención en vez de permitir que el universo del debut se sedimentara. El resultado es un disco notable que, aun brillando con identidad propia, llega demasiado rápido para que podamos percibir plenamente qué lo diferencia de su predecesor.
Aun siendo un trabajo sobresaliente y perfectamente alineado con la calidad que ya mostró su debut, FROM THE PYRE no consigue desprenderse del todo de la sombra de Prelude to Ecstasy. No porque sea peor —en realidad, pocas canciones aquí bajan el listón— sino porque el álbum no amplía su universo tanto como lo reafirma. Suena increíble, está bien escrito y ejecutado, pero llega demasiado pronto como para abrir un territorio nuevo. Por eso, aunque su valor artístico sea altísimo, nuestra puntuación piensa más su menor impacto y su menor necesidad, que en esa calidad, que la tiene a raudales. Nuestra nota es un 93 sobre 100 que reconoce que es un disco brillante, pero no tan fundacional ni tan sorprendente como el que lo precedió.
MEJORES MOMENTOS: Count The Ways, Second Best, This Is The Killer Speaking, The Scythe
MEDIA CRÍTICA: 84/100
NUESTRA VALORACIÓN: 93/100

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