Nos quedan menos de dos semanas para cerrar el año y dar paso a nuestra lista de los mejores álbumes del 2025. El mes de Noviembre es un mes intenso para nosotros porque tenemos que asegurarnos de que hemos cumplido nuestra programación y hemos reseñado todos los discos que van a aparecer en la lista. A continuación uno de esos posts de álbumes repescados que nos ayudan a aligerar esta carga y en el que posiblemente encontraréis algunos de esos discos que también aparecerán entre los mejores. No será el único de este mes. Es posible que se publiquen dos más en los próximos días.
NEWTON FAULKNER - OCTOPUS
A estas alturas de su carrera, pocos esperaban que NEWTON FAULKNER sorprendiera. Desde aquel debut con Hand Built by Robots (2007), que lo situó como un virtuoso de la guitarra acústica con un toque amable y algo hippie, su trayectoria ha transcurrido sin grandes sobresaltos ni el reconocimiento que merecía. Los medios lo aplaudieron tímidamente al principio, pero pronto dejaron de prestarle atención. Durante años siguió publicando discos con discreción, fiel a sí mismo, pero cada vez más lejos del foco. Por eso OCTOPUS resulta tan llamativo. No solo porque muestra una clara voluntad de renovación, sino porque parece el álbum de un artista que ha decidido romper su propia rutina. La transformación no es únicamente sonora: Faulkner también ha cambiado su imagen, despidiéndose de las rastas que lo acompañaron durante casi dos décadas. Es un gesto simbólico que encaja con la sensación general del disco: la de un músico que se ha atrevido a empezar de nuevo. La apertura con Alright, Alright, Alright lo deja claro desde el primer segundo. En colaboración con Bloom Twin, la canción introduce un sonido más moderno, con bases rítmicas potentes y un tratamiento vocal que apenas permite reconocer al Faulkner de siempre. Es una declaración de intenciones, la puerta de entrada a un trabajo en el que cada tema explora un matiz distinto, sin perder la calidez que siempre ha caracterizado su música. A lo largo del disco, su inseparable guitarra acústica reaparece, pero integrada en un contexto más rico y contemporáneo, como en What Took You So Long, donde recupera su esencia sin caer en el autoplagio. El álbum incluye además colaboraciones con Lissie & Los Bitchos, un acierto que amplía su paleta sonora y confirma que Faulkner ha dejado atrás el aislamiento estilístico que a veces lo limitaba. La producción, más detallada y expansiva que en sus trabajos anteriores, resalta esa apertura: hay capas, texturas. Todo suena más vivo, más atrevido, sin abandonar el sentido melódico que siempre ha sido su mayor virtud. Resulta irónico que OCTOPUS, probablemente su trabajo más sólido y coherente en años, haya pasado casi desapercibido para la mayoría de los medios. Solo Clash le ha dedicado atención significativa, otorgándole un 80 sobre 100, la nota más alta de toda su carrera. Quizás eso diga más del sistema de la crítica musical actual que del propio Faulkner. Porque este disco, sin ser perfecto, demuestra que todavía tiene mucho que decir, y que su búsqueda de identidad sigue siendo honesta y genuina. En un panorama saturado de fórmulas rápidas y reinvenciones calculadas, OCTOPUS se siente como un acto de madurez y resistencia. No cambiará su estatus ni lo devolverá a las listas, pero deja claro que la constancia también puede tener recompensa. Faulkner ha conseguido lo más difícil: reinventarse sin perder el alma. El problema es que probablemente a casi nadie le importe. Pocos lo valorarán y quizás, si la indiferencia persiste, llegue un momento en que decida rendirse. Tal vez este cambio habría sido más efectivo en su tercer álbum, cuando todavía había curiosidad por su figura y los medios lo miraban con cierta atención. Hoy, dieciocho años después, su base de fans se ha reducido y el silencio mediático impide que las nuevas generaciones descubran a un artista que aún tiene mucho que ofrecer. En un panorama musical dominado por fórmulas pop predecibles, OCTOPUS destaca por su autenticidad y riesgo creativo. Mientras que algunos de los últimos trabajos de artistas de masas —Léase Ed Sheeran, por ejemplo— recurren a estructuras previsibles y producciones extremadamente seguras, Faulkner se permite explorar texturas, colaboraciones y matices que hacen que su disco resulte fresco y honesto. Es un recordatorio de que la constancia y la búsqueda de identidad artística pueden producir música mucho más interesante que la que simplemente persigue el éxito inmediato. Nuestra nota para OCTOPUS es de 85 sobre 100. Esperamos que este pequeño granito de arena que es nuestra reseña contribuya a que alguien lo redescubra.
MEJORES MOMENTOS: Alright Alright Alright, What Took You So Long, Hauting Season, Gravitational
MEDIA CRÍTICA: 80/100
NUESTRA VALORACIÓN: 85/100
PULP - MORE
Parece que el tiempo está poniendo en su sitio a bandas del britpop de los noventa que fueron eclipsadas en su día por el ruido mediático de Blur y Oasis. Ha pasado con Suede y también está pasando con el gran regreso de PULP con MORE veinticuatro años después de su último trabajo publicado We Love Life (2001). MORE se convirtió en un disco muy esperado. Su calidad fue reconocida con una nominación al Mercury Prize, aunque finalmente el galardón fue para People Watching (2025) de Sam Fender. Aunque PULP ya lo consiguió con Different Class (1996) y es interesante remontarse a ese álbum porque ha pasado media vida para Jarvis Cocker y su banda. —el bajista Steve Mackey nos dejó en 2023 y MORE está dedicado a su memoria—. Por eso es un álbum que se concibe como una obra de madurez que retoma los rasgos esenciales de la banda —la ironía social, el deseo, la melancolía urbana—, pero filtrados por la perspectiva del tiempo y la experiencia. No es un regreso que intente revivir el britpop en su versión noventera, sino una exploración de lo que ocurre cuando ese impulso vital se vuelve reflexión, cuando la exaltación juvenil deja paso a la conciencia del paso de los años y a la memoria. Las narrativas del disco giran en torno a esa tensión: el deseo sigue ahí, pero ya no es un motor hedonista, sino un recordatorio de que la pasión y la conexión humana son las únicas defensas contra la apatía. Jarvis Cocker escribe desde un lugar más introspectivo, donde el humor sigue funcionando como crítica social, pero también como autocrítica; sus letras están llenas de observaciones sobre el envejecimiento, la pérdida, la rutina y la persistencia del asombro cotidiano. En lugar de la efervescencia y el cinismo típicos del britpop de los noventa, aquí hay una sensibilidad más contenida, incluso cálida. PULP mantiene su capacidad narrativa, pero ahora las historias parecen contadas desde la distancia: personajes que se miran en el espejo de su juventud, ciudades que han cambiado tanto como ellos, una sensación de haber sobrevivido a su propio mito. Esa distancia temporal se convierte en parte del discurso: el álbum funciona como una conversación entre el pasado y el presente, entre lo que fueron y lo que todavía pueden ser. Esa misma idea se refleja en la evolución sonora. MORE conserva algunos de los elementos característicos de PULP —el ritmo elegante, la voz teatral de Cocker, la mezcla de pop y decadencia—, pero la producción introduce texturas más amplias y cinematográficas. Las guitarras y teclados de antaño ceden espacio a arreglos de cuerdas, capas electrónicas suaves y una paleta de sonidos más orgánica, menos impulsiva. El resultado es un disco que suena grande sin ser grandilocuente, íntimo pero no minimalista. Hay un trabajo de orquestación que amplía el espectro emocional: el grupo se mueve entre el pop sofisticado, la balada crepuscular y algunos pasajes con cierto pulso disco, aunque siempre desde una contención elegante. Lo que PULP aporta al britpop con este disco es, precisamente, esa noción de continuidad madura. Mientras muchas bandas de su generación se han limitado a revisitar fórmulas pasadas, ellos reformulan el lenguaje del género para hablar desde la edad adulta, incorporando matices de vulnerabilidad, aceptación y memoria. MORE demuestra que el britpop puede evolucionar sin traicionar su identidad: que aún puede ser vehículo de observación social, deseo y belleza cotidiana, pero con una voz más templada y una producción que no busca imitar el pasado, sino expandirlo. En ese sentido, el álbum no solo celebra la historia de PULP, sino que actualiza la del propio britpop, convirtiéndolo en un espacio posible para la madurez emocional y artística. La crítica ha valorado este trabajo muy positivamente, obteniendo una media de 83 sobre 100. Medios como The Arts Desk, Spill Magazine y Dork le otorgan la puntuación perfecta que es el 100/100. Pero la cosa no queda ahí: Uncut, Far Out Magazine, Still Listening, Clash, The Line Of Best Fit. AllMusic y MusicOHM 90/100. Eso en cuanto a las valoraciones más altas porque es un álbum que ha tenido muchísima atención mediática, se han redactado unas treinta y tres reseñas de MORE en medios importantes y claro, también ha obtenido notas bajas: como el 50/100 de PopMatters y el 40/100 de The Irish Times. Nosotros consideramos que MORE es un buen disco. Pero no es tan redondo como se está diciendo. No todas las piezas terminan encajando con la misma fuerza. Hay pasajes donde el álbum parece instalarse en una cierta comodidad: el tono melancólico y reflexivo que le da cohesión también le resta contraste y riesgo. No hay un corte que desgarre o sorprenda como en su etapa clásica, y eso hace que, aunque el conjunto sea agradable y honesto, no se perciba del todo “redondo” y consideremos que posee algunos altibajos. Aunque creemos que lo que más se ha valorado por parte de la crítica es que se trata de una banda que elige envejecer con dignidad, sin disfrazarse de lo que fue, y que intenta darle una forma sonora coherente a la madurez. En ese sentido, incluso con esos altibajos, es un disco necesario dentro de su trayectoria. Nuestra nota es un 85 sobre 100.
MEJORES MOMENTOS: Spike Island, Tine, Grown Ups, Got To Have Love, Slow Jam
MEDIA CRÍTICA: 83/100
NUESTRA VALORACIÓN: 85/100
ZARA LARSSON - MIDNIGHT SUN
Y el reconocimiento de la crítica esta vez es para... ZARA LARSSON! Sí, MIDNIGHT SUN ha sorprendido a propios y extraños consiguiendo la media crítica más alta para un álbum de la artista sueca que a pesar de tener en su haber hits importantes como Lush Life o Never Forget You, no tenía un álbum icónico en su discografía por el que ser recordada y parece ser que por fin ya lo tiene con MIDNIGHT SUN si tenemos en cuenta el gran entusiasmo de la crítica, especialmente en Metacritic que aparece con un hinchadísimo 89/100 basado tan solo en cuatro reseñas. aunque nosotros preferimos la media más equilibrada y realista de Albumoftheyear.org, que con siete críticas sitúa el disco en un 80 sobre 100, con valoraciones de 90/100 por parte de DIY o AllMusic; 80/100 de Rolling Stone, God In The Tv y Dork. Puede que la nota que haya bajado esta media con respecto a la de Metacritic sea el 55/100 de Spectrum Culture que Metacritic no recoge. Aún así, MIDNIGHT SUN sigue teniendo la media más alta de la discografía de Larsson. Porque en la misma página se puede comprobar que el resto de su obra apenas llega al 70/100. Nuestra duda es si este álbum realmente merece esta atención o se ha dado un fenómeno parecido al ocurrido con Sophie Ellis Bextor —salvando las distancias—, porque Ellis-Bextor nos parece mucho más interesante que cualquier diva del pop sueco con sonido eurovisivo. Pero la realidad es que ZARA LARSSON ha sido una artista solvente que ha cumplido sus objetivos con precisión a lo largo de su carrera y nunca se le ha reconocido lo suficiente. Es cierto que MIDNIGHT SUN es su mejor trabajo hasta la fecha y si se compara con todo lo que ella ha hecho antes, es un disco sólido y sorprendentemente cohesionado, incluso cuando su temática gira en torno a la ligereza del verano sueco. Cada canción, aunque aparentemente insustancial, está cuidadosamente construida para transmitir una atmósfera concreta: la sensación de luz, libertad y juventud que caracteriza esos meses. Lo notable es que Larsson logra crear una narrativa implícita: el disco se percibe como un día entero que avanza desde el amanecer hasta el atardecer, con canciones que funcionan como momentos de esa jornada. No hay necesidad de letras profundas o drama; la coherencia reside en la energía, el tono y la sensación emocional que atraviesan todo el álbum. En definitiva, MIDNIGHT SUN demuestra que un pop ligero puede ser articulado, disfrutable y narrativamente satisfactorio, aun sin recurrir a grandes temas universales. El problema es que tenemos la sensación de que se ha pasado de un extremo a otro: de infravalorar a sobrevalorar, de la invisibilidad a la exaltación. Lo que antes se ignoraba ahora se celebra con fervor, y aunque MIDNIGHT SUN es su mejor disco, la intensidad del reconocimiento hace que uno se pregunte si la crítica está evaluando la música o simplemente el peso de la carrera que Larsson llevaba acumulada. Nosotros nos hemos dado cuenta de que MIDNIGHT SUN aguanta muy bien una valoración individual. Comparándolo con todo lo que había hecho antes Larsson, nos sale un 85 sobre 100. Pero cuando llegue el momento de hacer nuestra lista de los mejores álbumes del año, al compararlo con discos más sofisticados de pop experimental o de otros géneros, tendrá pocas posibilidades de entrar en ella, pese a nuestra nota que refleja su solidez dentro del contexto de la obra de Larsson y vaticinamos que va a ocurrir exactamente lo mismo en otras listas de otros medios más importantes que nosotros.
MEJORES MOMENTOS: Midnight Sun, Blue Moon, Crush, Girl's Girl, Pretty Ugly
MEDIA CRÍTICA: 80/100 Albumoftheyear.org; 89/100 Metacritic
NUESTRA VALORACIÓN: 85/100
ROBERT PLANT - SAVING GRACE
SAVING GRACE no es solamente el título de este álbum: es también el nombre de la banda formada por Robert Plant (voz principal), Suzi Dian (voz y teclados), Tony Kelsey (guitarras, mandolina), Matt Worley (banjo, guitarra barítono, cuatro, voz) y Oli Jefferson (percusión). Creada hacia 2019, Plant la ha presentado como un proyecto paralelo a sus colaboraciones con Alison Krauss o The Sensational Space Shifters. Oficialmente se acredita como Robert Plant with Saving Grace featuring Suzi Dian, porque Dian tiene un rol destacado en las voces; de ahí que también aparezca su nombre en la portada, aunque en tipografía más pequeña. Lo que hace Plant en esta nueva formación guarda una relación directa con sus dos colaboraciones junto a Alison Krauss: Raising Sand (2007) y Raise the Roof (2021). En esos discos se seleccionó un repertorio mayormente de versiones de canciones de otros autores o material tradicional, reinterpretadas en su estilo. En SAVING GRACE se da una dinámica muy similar: versiones, reinterpretaciones, exploración de raíces folk, blues, gospel y tradicional, con una nueva voz femenina que dialoga con Plant. Como ocurría en los discos con Krauss, Robert Plant cuida mucho la elección del repertorio: se trata de canciones ajenas pero poco transitadas, de artistas que el gran público no suele conocer, y que finalmente se acaban recibiendo como material propio. En esta ocasión encontramos temas de Moby Grape, Low, Martha Scanlan, Sarah Siskind, Blind Willie Johnson, Donovan, Christy Moore, The Low Anthem, The Carter Family o piezas tradicionales; todos elegidos por su atmósfera y su letra, no por su fama. El tratamiento sonoro —raíces folk-blues, armonías místicas, texturas acústicas— los recontextualiza totalmente. La química vocal entre Plant y Suzi Dian cumple el mismo papel que Krauss antes: una segunda voz que aporta contrapunto, dulzura y un aire de diálogo antiguo, casi espiritual. Por eso, si alguien escucha el disco sin leer los créditos, puede sentir que es un álbum de material inédito. Pero en realidad es una relectura personalísima de repertorio ajeno, tan coherente que borra la frontera entre “cover” y “canción nueva”. La presencia de Suzi Dian es todo un acierto. Que alguien como Plant —proveniente del rock y de un entorno históricamente masculino— le dé espacio y protagonismo es un gesto de madurez y apertura. Está claro que este álbum no sería lo mismo sin ella, y eso lo sabemos todos. La crítica internacional le otorga una media de 86 sobre 100. La nota más alta proviene de The Arts Desk 100/100; Uncut y XS Noize le dan 90/100; Spectrum Culture 85/100; y AllMusic, MusicOHM, PopMatters, Clash, Mojo, Record Collector o Far Out Magazine 80/100. Por nuestra parte lo tenemos muy claro: podemos escuchar todo tipo de música, pero llega un momento en el que siempre volvemos a discos como este, que son un auténtico must y una inversión segura, porque sabes que son para toda la vida. En tiempos de ruido y vértigo, Robert Plant vuelve a recordarnos que la verdadera grandeza está en el silencio entre las notas. SAVING GRACE es un refugio, un espacio donde uno puede volver a creer en la música. Nuestra valoración es un 90 sobre 100.
MEJORES MOMENTOS: Chevrolet, It's A Beautiful Day Today, Everybody's song, Gospel Plough
MEDIA CRÍTICA: 86/100
NUESTRA VALORACIÓN: 90/100
MARCUS KING - DARLING BLUE
Con Mood Swings (2024), MARCUS KING firmó probablemente el álbum más confesional de su carrera, un trabajo en el que la vulnerabilidad y la salud mental se convirtieron en hilo conductor. Aquel disco, producido por Rick Rubin, marcó un punto de inflexión: un músico joven que venía del blues-rock clásico se atrevía a desnudar su interior sin perder la esencia de su sonido. Un año después, con DARLING BLUE, King no solo continúa ese viaje, sino que lo amplía y lo colorea de nuevos matices. En esta ocasión deja atrás la producción de Rubin para trabajar con Eddie Spear y su banda de directo, grabando en los míticos Capricorn Studios de Macon, Georgia. Y esa decisión se nota: el álbum respira cercanía, calidez y una energía más orgánica. Donde Mood Swings (2024) era introspectivo, casi terapéutico, DARLING BLUE es expansivo, comunitario, un disco que mira hacia las raíces del sur sin encerrarse en la nostalgia. El título no es casual. “Darling Blue” suena a hogar, a carretera, a cielos de Carolina. King canta con el alma, y su voz —rasgada, honesta, inconfundible— vuelve a ser el eje emocional del álbum. Hay momentos de desgarro (Honky Tonk Hell, donde aborda la fragilidad de la sobriedad), pero también de luz y reconciliación (Blue Ridge Mountain Moon, Heartlands). El repertorio se mueve entre el soul y el country, el folk y el R&B, incluso coquetea con el rock psicodélico, y en esa mezcla encontramos el retrato más completo de King hasta la fecha. En cuanto a las letras, continúa explorando los temas que ya asomaban en Mood Swings (2024): la lucha interior, las relaciones tóxicas, la necesidad de perdonarse. Pero aquí no busca la catarsis tanto como la aceptación. Nos da la sensación de que King ya no se mira solo al espejo: ahora levanta la vista y observa el paisaje que lo formó. Y es en esa evolución donde DARLING BLUE cobra su verdadera fuerza. MARCUS KING ha logrado lo que pocos artistas de su generación consiguen: llevar una música profundamente enraizada al gran público sin traicionar su identidad. Su talento guitarrístico, su voz y su manera de narrar desde la emoción lo consolidan como un referente actual del soul-blues y el southern rock. A veces nos preguntamos si en discos como este importa más lo que se cuenta o cómo se cuenta. En DARLING BLUE, la respuesta parece clara: el contenido y la forma van de la mano. King sigue hablando de sus demonios y de sus redenciones, pero lo hace con un lenguaje musical más maduro, más libre, más universal. Nos hace sentir y vibrar, que al final —más allá de la narrativa— es lo que realmente importa. También percibimos a DARLING BLUE como un álbum mucho más abierto a colaboraciones, cosa que no había ocurrido antes. Jamey Johnson, Kaitlin Butts, Jesse Welles, Billy Strings o Noah Cyrus aparecen acreditados. De momento, solamente un medio ha valorado este trabajo, ha sido Mojo y le ha otorgado un 80 sobre 100. En lo que a nosotros respecta estamos un poco confundidos. Hasta el año pasado pensábamos que Mood Swings (2024) era el mejor álbum de su carrera. DARLING BLUE nos hace dudar. Porque está a la altura también de ser el mejor disco de su catálogo, cosa que nos parece bastante complicada cuando ya no se cuenta con un mago como Rubin que sabe sacarle lo mejor a artistas como MARCUS KING. Nos vamos a mojar incluso y vamos a apostar por DARLING BLUE y si al disco del año pasado le dimos un 85/100, creemos que este merecería un 88 sobre 100.
MEJORES MOMENTOS: Here Today, Honky Tonk Hell, Heartlands, Carolina Honey
MEDIA CRÍTICA: 80/100
NUESTRA VALORACIÓN: 88/100
PERRIE - PERRIE
¿Sabéis por qué si buscáis en el archivo de nuestro blog cualquier cosa sobre Little Mix nunca vais a encontrar absolutamente nada? Porque nunca las consideramos dignas de aparecer en EXQUISITECES nos parecía una girlband vulgar de consumo. Nos alegra mucho que, una vez que se ha desintegrado, sus ex componentes estén sorprendiendo para bien, en general. Ahora por fin es el momento de hablar de ellas. Si hace unos días hablábamos del álbum de Jade Thirlwall, hoy nos toca hablar de PERRIE y su álbum debut homónimo. Obviamente, vamos a hacer odiosas comparaciones entre ellas dos. Ese es el estigma que te queda cuando has pertenecido a una girlband —el último eslabón de la cadena alimenticia musical, junto a las boyband—, que te estén comparando constantemente con tus compañeras o compañeros. Y la verdad es que Jade ha sabido manejar y reescribir mucho mejor los códigos del pop que PERRIE; su disco es sorprendentemente bueno porque nadie daba dos céntimos por él en un principio. Con PERRIE es distinto, suena como una especie de cantante pop dosmilera, algo así como los prometedores inicios de Delta Goodrem, salvando las distancias, porque Goodrem era una excelente pianista y compositora y en el repertorio de PERRIE se atisba muchísimo laboratorio. También nos recuerda en ocasiones a una versión británica de Kelly Clarkson, y que nos lleve a tantos referentes en este caso no sabemos si es bueno o es malo. Porque nos cuesta ahondar en su propia identidad. Algo que Jade si deja ver desde el minuto cero. Aún así tenemos un producto mainstream que, aunque previsiblemente comercial, mantiene coherencia estilística y supera con creces cualquier disco de Little Mix y creemos que de eso se trata. Por eso lo estamos reseñando. En este mismo post hemos hablado de lo mucho que le ha costado a Zara Larsson que la reconozcan; PERRIE acaba de empezar y aunque se trata de un debut sólido en el mainstream y tendrá continuidad si cumple todos los objetivos comerciales, creemos que tendrán que pasar años para que le llegue un reconocimiento parecido al que le ha llegado a Larsson ahora, y nos parece justo. Al igual que nos parecería injusto que no tuviera continuidad si este disco no cumple esos objetivos. Aunque son las reglas del mainstream y si entras en él, debes asumirlas. De momento, la crítica la está mimando bastante con una media de 80 sobre 100 gracias a Clash y The Independent, los dos únicos medios que han valorado su disco numéricamente. El álbum debut de Jade tuvo muchísima más atención mediática y se saldó con una media ligeramente superior (81/100) basada en quince reseñas frente a las dos de PERRIE. Pero no todo es negativo en este álbum. El álbum tiene momentos que muestra claramente su talento. Su voz se mueve con soltura entre baladas y temas más enérgicos. Hay varios hooks que se quedan en la cabeza después de escuchar el disco. Mantiene una coherencia estilística que hace que la escucha sea fluida de principio a fin, y en esos destellos se adivina el potencial de crecimiento de la artista. PERRIE deambula entre el pop, Dance-pop, Synthpop, Pop-Rock y hemos encontrado que hay sitios en los que la están etiquetando como adult contemporary probablemente por las referencias a Delta Goodrem o Celine Dion, que si en su momento de mayor explotación comercial se etiquetaron como artistas pop, hoy día podrían reetiquetarlas perfectamente como adult contemporary y ya hemos explicado otras veces que hay que huir como la pólvora de que te etiqueten en esa categoría. Pero sirve para definir su estilo: un disco que aspira poco más que a un guilty pleasure muy bien hecho. Pero nada más. Nuestra nota es un 76 sobre 100. Aunque por supuesto, reconocemos su talento y estaremos expectantes a su evolución. Porque esto no ha hecho más que empezar.
MEJORES MOMENTOS: Forget About Us, If He Wanted To He Would, Cute Aggression, You Go Your Way
MEDIA CRÍTICA: 80/100
NUESTRA VALORACIÓN: 76/100
KRISTINA TRAIN - COUNTRY LINE
Hay artistas que parecen nacer con todo a su favor: una voz que detiene el tiempo, un sello legendario que los respalda y una crítica que los recibe con los brazos abiertos. KRISTINA TRAIN fue, sin duda, una de ellas. Su debut Spilt Milk (Blue Note, 2009) la situó como heredera natural de un linaje donde el soul y el jazz se encontraban con la elegancia del pop artesanal. Creemos que su discográfica esperaba que Train llegase a tener tanto éxito como Norah Jones y su Come Away With Me (2003), pero no sucedió, a pesar de que Train estaba perfectamente capacitada. Su segundo disco, Dark Black (2012), confirmaba una sensibilidad única, más melancólica y cinematográfica, que prometía una carrera sólida y larga. Pero el destino —y las vicisitudes de la industria musical— fueron menos benevolentes. Problemas de sello, largos silencios discográficos y la falta de un “hit” comercial hicieron que una de las voces más exquisitas de su generación quedara injustamente fuera del foco mediático. Pese a todo, KRISTINA TRAIN no desapareció: siguió escribiendo, grabando y construyendo, a fuego lento, una obra cada vez más personal. Regresó con Rayon City (2021) y, al año siguiente, grabó Body Pressure (2022), que pasaron un poco desapercibidos. Recientemente ha lanzado COUNTRY LINE, que no es una revancha, sino una reafirmación: un álbum hecho desde la madurez y la libertad, donde la artista se reconcilia con sus raíces del sur, el soul y la tradición del country americano. Grabado en Los Ángeles y producido por Colin Devlin y Kirk Pasich, COUNTRY LINE combina canciones originales con versiones cuidadosamente escogidas. Train es la coautora de siete de las once pistas, y completa el repertorio con cuatro reinterpretaciones que dialogan con la historia del country y la canción popular. Estas cuatro versiones son: (Don’t Let The Sun Set On You) Tulsa de Wayne Carson Thompson, popularizada por Waylon Jennings; Just The Other Side Of Nowhere de Kris Kristofferson; Slow Down Old World de Willie Nelson; y, fuera del marco country, Believe de Cher. Creemos que este último es un gran gesto de valentía. Convertir un himno dance de Cher en una balada doliente, desnuda y casi espiritual, es algo que sólo alguien con una voz de esa pureza puede lograr. COUNTRY LINE es, en el fondo, un disco sobre la identidad y la persistencia. Train se mueve con naturalidad entre el soul, el folk y el country, evitando la caricatura “retro” para construir un sonido propio, cálido y atemporal. Las canciones originales suenan confesionales, pero no están edulcoradas: 99 Floors y Heaven In My Hands tienen la elegancia emocional de una autora que sabe dosificar la intensidad; I’d Like To Go Home Now podría haber sido escrita por Carole King si hubiera nacido en Georgia. Pocos discos resumen mejor lo que significa ser artista en tiempos de ruido y algoritmos. COUNTRY LINE no busca complacer a las listas, sino encontrar un lugar propio en la frontera entre lo clásico y lo íntimo. Puede que, otra vez, pase desapercibido para el gran público. Pero también puede que, con el tiempo, se le reconozca como lo que realmente es: el testimonio de una cantante brillante que ha decidido seguir su instinto, sin atajos ni artificios, confiando en que la verdad —como la buena música— siempre acaba encontrando su camino. Nosotros no podemos darle menos de un 90 sobre 100, porque siempre hemos sostenido que KRISTINA TRAIN es la representación del buen gusto en la música contemporánea y este nuevo álbum revalida esa afirmación. Como podréis imaginar, ningún agregador de críticas ha recogido valoración alguna de medios importantes para COUNTRY LINE, simplemente porque no existen. El álbum se nos podría haber pasado perfectamente: es de un sello independiente un tanto humilde (Blue Élan) y no tiene una maquinaria de marketing detrás. Es artesanal hasta sus últimas consecuencias, y esos son precisamente los álbumes que nos encanta reseñar.
MEJORES MOMENTOS: Believe, Country Line, What Does That Make Me, 99 Floors
MEDIA CRÍTICA:----
NUESTRA VALORACIÓN: 90/100
NEKO CASE - NEON GREY MIDNIGHT GREEN
Qué alegría da siempre un nuevo disco de NEKO CASE, y más aún cuando, al escucharlo, notas que todo sigue en su sitio y todavía hay margen para seguir creciendo. Eso se aprecia desde la primera escucha de NEON GREY MIDNIGHT GREEN, un proyecto que ella misma ha producido y en el que ha compuesto todas las canciones junto a Paul Rigby. Habían pasado seis años desde Hell-On (2018), un álbum que celebramos especialmente en estas páginas. Aunque nunca perdemos de vista a NEKO CASE —siempre presente cada vez que escuchamos a The New Pornographers— nos hacía especial ilusión este nuevo trabajo. NEON GREY MIDNIGHT GREEN es un disco en el que NEKO CASE mezcla su sensibilidad como cantautora con raíces de alt‑country y un toque de pop de cámara. Las canciones giran en torno a la memoria, la pérdida, la amistad y el paso del tiempo. No es un disco melancólico por sí mismo; más bien es un equilibrio entre mirar atrás y reconocer lo que queda, celebrar lo vivido y conectar con los demás y con el mundo que nos rodea. Hay un cierto aire de introspección, pero también de agradecimiento y aceptación de lo inevitable. Sonoramente, el disco es amplio y rico. Las guitarras, tanto acústicas como eléctricas, mantienen el vínculo con el alt‑country, mientras se mezclan con cuerdas, viento, arpa y otros instrumentos que aportan textura y profundidad a las canciones. La voz de Case sigue siendo el eje central, siempre presente, mientras que la percusión y el bajo marcan el ritmo de manera contenida, dejando que la música fluya. Algunos pasajes son íntimos y cercanos, casi susurrados; otros se abren hacia capas más complejas y orquestales, con un efecto casi cinematográfico. El álbum funciona como un equilibrio entre tradición e innovación. El alt‑country aporta sensación de paisaje y raíces, el pop de cámara amplía las texturas y crea atmósferas, y la perspectiva de cantautora mantiene todo coherente y personal. Es un disco que transmite emoción sin grandilocuencia, combinando lo íntimo con lo expansivo de manera natural. En conjunto, NEON GREY MIDNIGHT GREEN se percibe como un viaje emocional y sonoro: acogedor, reflexivo y a la vez ambicioso, donde la voz y la mirada de NEKO CASE son la brújula que guía cada momento. La crítica le ha otorgado una media de 84 sobre 100, un resultado sólido (la mayoría de sus trabajos superan el 80/100). La distribución de puntuaciones es la siguiente: MusicOHM 90/100; Uncut, Mojo, Record Collector, AllMusic y Pitchfork 80/100 y Paste 75/100. Para nosotros, es un 85 sobre 100, porque, a pesar de que es un gran trabajo, reconocemos que Case sigue en la brecha porque aún tiene muchas historias que contar y mantiene su autonomía, con la ausencia de colaboraciones destacadas. Aun así, consideramos que Hell-On (2018) sigue siendo su mejor trabajo, de largo. Recordemos que las valoraciones son individuales y un 85/100 de alguien como NEKO CASE puede ser superior al 100/100 de otro artista.
MEJORES MOMENTOS: Wreck, Winchester Mansion Of Sound, Rusty Mountain,
MEDIA CRÍTICA: 84/100
NUESTRA VALORACIÓN: 85/100
BIG THIEF - DOUBLE INFINITY
Escribir sobre BIG THIEF se ha convertido en un ejercicio de fe y de vértigo. Fe, porque uno sabe de antemano que no habrá decepción; vértigo, porque después de tantos discos impecables —tanto de la banda como de Adrianne Lenker en solitario— cuesta encontrar un nuevo ángulo desde el que hablar de ellos sin repetirse. Dragon New Warm Mountain I Believe in You (2022) era una suerte de cumbre pastoral, un mapa de todo lo que podía ser el folk contemporáneo si se le dejaba respirar y mutar libremente. Double Infinity, en cambio, se mueve en otra dirección: no busca amplitud, sino densidad. Es un disco que condensa más que expande, que suena como si la banda hubiera decidido mirarse por dentro para descubrir qué queda cuando ya lo han dicho casi todo. En BIG THIEF siempre hay historias que respiran: el pasado, la geografía, el yo/nosotros, el paisaje interior. En DOUBLE INFINITY esas historias se vuelven más diluidas, más aéreas, como si la banda ya no necesitara contarlas, solo habitar su residuo. Si Dragon New Warm Mountain I Believe in You (2022) era una celebración abierta —una especie de comunión campestre donde el folk se desbordaba hacia lo cósmico—, DOUBLE INFINITY se siente como su reflejo posterior, más centrado, más nítido. Donde antes había horizontes y polvo, ahora hay claridad y aire. La luz aquí no deslumbra: acaricia. Es un álbum que suena luminoso sin ser liviano, menos introspectivo en apariencia pero igual de profundo en su respiración. “Incomprehensible”, el tema de apertura, plantea desde el inicio el tono general: una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre esa continuidad que existe más allá de las fechas y los cuerpos. Lenker canta su cumpleaños número 33 no como un dato biográfico, sino como un punto suspendido entre lo efímero y lo eterno. Su voz —transparente, apenas sostenida por un arpegio que parece flotar— recuerda que la intimidad no necesita penumbra; puede ocurrir también bajo un sol franco. Words, por su parte, funciona como un microcosmos del disco. Empieza como un tema de folk-pop amable, casi doméstico, pero pronto se abre hacia un terreno más inquieto, donde las guitarras se distorsionan y la percusión adquiere vida propia. BIG THIEF sigue explorando ese equilibrio entre la canción y la textura, entre lo reconocible y lo que se disuelve. Aquí se siente la presencia del alt-country, del indie rock y del folk psicodélico en proporciones cambiantes, como si el grupo se negara a establecer fronteras estables. El tramo central —de Los Angeles a No Fear— es quizás el más revelador. Los Angeles captura la ternura de reencontrarse con alguien que se conoce demasiado bien: una balada de reencuentro sin dramatismo, donde la sencillez se vuelve el gesto más radical. En All Night All Day la banda juega con una rítmica casi hipnótica, como si el folk tradicional se hubiera fusionado con una pulsación más urbana, más expansiva. Y No Fear, casi siete minutos de tránsito por el ruido y el espacio, se erige como el punto más audaz del álbum: un mantra eléctrico que lleva la espiritualidad implícita de la banda a un territorio casi ambiental. La colaboración con Laraaji en Grandmother confirma ese espíritu abierto y recuerda a aquellas uniones luminosas de finales de los ochenta, cuando Peter Gabriel invitaba a Youssou N’Dour a cantar In Your Eyes en el mítico So (1986) y de ese encuentro surgía algo más grande que una canción: una comunión entre culturas, generaciones y maneras de entender la espiritualidad en la música. Grandmother funciona igual, no como un interludio (que no lo es), sino como una puerta abierta. La cítara y las voces sin palabra de Laraaji convierten la memoria en un estado de gracia. Cierra How Could I Have Known, una despedida que no se siente como el final sino como tránsito. Lenker vuelve al tono de conversación íntima, esa manera suya de convertir lo cotidiano en una especie de revelación. El disco termina sin grandilocuencia, pero deja un eco persistente, como si la banda quisiera recordarnos que seguir haciendo canciones verdaderas también es una forma de resistencia. La crítica ha respondido muy bien ante DOUBLE INFINITY con un resultado global de 84 sobre 100. Medios como Record Collector o The Independent le han otorgado el 100/100 y el resto de las valoraciones van desde el 90/100 de DIY hasta los 80/100 de The Skinny, Rolling Stone y los 79/100 de Beats Per Minute. La única opinión disidente es la de Dusted que destrozan este trabajo con un 40/100. Se sentirán muy cool haciéndolo. Por nuestra parte, admitimos que tenemos nuestras preferencias dentro de la discografía de BIG THIEF y aún no terminamos de ubicar este álbum. Aunque Dragon New Warm Mountain I Believe in You (2022) probablemente sea mejor obra, nos gusta mucho más y hemos conectado mejor de primeras con DOUBLE INFINITY y lo valoramos con un 90 sobre 100.
MEJORES MOMENTOS: Grandmother, Incomprehensible, Words, Los Angeles, All Night All Day
MEDIA CRÍTICA: 84/100
NUESTRA VALORACIÓN: 90/100
KING PRINCESS - GIRL VIOLENCE
Tenemos que reconocer que la evolución de KING PRINCESS nos ha descolocado un poco. Se puede decir que está en un punto bastante alejado e inesperado de cómo comenzó su andadura en la música con Cheap Queen (2019) y cómo continuó con su segundo disco Hold On Baby (2022). GIRL VIOLENCE, su tercer álbum de estudio, representa un paso adelante en la evolución artística de KING PRINCESS, un disco en el que la artista toma control total de su narrativa y se adentra en territorios más oscuros y arriesgados. La temática del álbum es clara y potente: explora la violencia emocional y relacional desde una perspectiva femenina y queer, cuestionando dinámicas machistas y estructuras de poder que perpetúan la opresión. Las letras combinan introspección y empoderamiento, mostrando a sus protagonistas no como víctimas pasivas, sino como sujetos activos que enfrentan conflictos afectivos y sociales con fuerza y conciencia. La narrativa se extiende desde la frustración y la ira hasta la reflexión y la autoafirmación, abordando relaciones complejas y emociones ambiguas sin caer en la simplificación romántica de sus trabajos anteriores. Musicalmente, GIRL VIOLENCE marca un giro hacia lo alternativo. Las guitarras sucias, la percusión intensa y las atmósferas densas crean un sonido más orgánico y visceral, mientras que la producción de Jake Portrait, Aire Atlantica y la propia Mikaella Straus, utiliza capas de voces y efectos que refuerzan la tensión emocional de las letras. Cada canción funciona como un relato sonoro, con cambios de textura y tonalidad que acompañan la progresión narrativa del álbum. Este enfoque más arriesgado y menos orientado al pop comercial refleja la autenticidad de KING PRINCESS y su voluntad de experimentar, haciendo que el sonido y la temática se complementen para generar un álbum intenso, consciente y profundamente personal, que posiciona a la artista como una voz firme dentro del pop alternativo y el discurso queer y feminista contemporáneo. La crítica ha valorado este trabajo con una media de 76 sobre 100 con las valoraciones de DIY y The Line Of Best Fit 80/100; Paste 77/100; Pitchfork 75/100; Rolling Stone 70/100 y Record Collector 60/100. Tenemos que decir que este giro a lo alternativo le ha costado que este sea el álbum peor valorado por la crítica y parece ser que también ha gustado un poco menos al público. Nosotros podemos entender que los artistas quieran romper con su pasado, especialmente cuando se han sentido presionados por la industria cuando trabajaban en una major y hayan necesitado pasarse a un sello indie para sentirse más libres y que estaban haciendo lo que realmente querían hacer. Valoramos ese riesgo que toman, pero también somos de la opinión de que si algo no está roto, no hace falta arreglarlo y que quizás, si hubiese seguido en la línea de sus dos primeros trabajos y hubiese hecho un tercero rematando y perfeccionando todo lo bueno que había en ellos, probablemente no tendríamos la sensación de que ha pasado de tener una carrera más que prometedora a pasar a estar en un terreno de nadie. Aún así, nos gustan muchas de las canciones de este disco y no podemos darle menos de un 80 sobre 100. Aunque preferimos el tratamiento del tema central de GIRL VIOLENCE en el nuevo disco de Florence Welch.
MEJORES MOMENTOS: Rip Kp, Girls, Cry Cry Cry, Slow Down And Shut Up, Alone Again, Girl Violence...
MEDIA CRÍTICA: 76/100
NUESTRA VALORACIÓN: 80/100
TAYLOR SWIFT - THE LIFE OF A SHOWGIRL
Vayamos al grano. Cuando TAYLOR SWIFT hace un buen disco —Folklore (2020), Evermore (2020), Midnights (2022)— aquí lo celebramos. Pero THE LIFE OF A SHOWGIRL no es uno de ellos. Lo supimos desde la primera escucha. Y aunque sabíamos que acabaríamos escribiendo esta reseña, nos hemos tomado nuestro tiempo. No íbamos a detener el mundo para hablar de Taylor, como han hecho tantos otros medios. Este álbum no merece más atención que muchos de los que comentamos cada día. Por mucho que haya roto récords de ventas y streaming, no todo lo que arrasa merece ser aplaudido. Somos un medio independiente, y eso significa marcar nuestros propios tiempos y prioridades. Queríamos que esta reseña fuera diferente, porque TAYLOR SWIFT no necesita otro altavoz que repita lo que ya han dicho Rolling Stone, Billboard o The Irish Times. Internet está lleno de titulares intercambiables escritos en piloto automático. Aquí no vamos a repetir si ha vuelto a usar la misma progresión de acordes que en Red (2012) o 1989 (2014). Ese análisis ya se ha hecho mil veces, casi siempre para justificar un disco flojo. La realidad es que THE LIFE OF A SHOWGIRL marca el fin de una era, pero no con la grandeza que merecía. El desgaste se nota. Swift pensó que romper con Jack Antonoff y volver con Max Martin podría rescatar un puñado de canciones mediocres, pero ni siquiera Martin, que también llega agotado, ha conseguido levantar el material. El resultado es su disco más débil en años: un cierre irregular, sin el brillo narrativo ni la frescura que antes la definían. Pero esta reseña va más allá del disco. THE LIFE OF A SHOWGIRL parece el inicio de una mutación en el fenómeno TAYLOR SWIFT, una transición hacia algo distinto, quizá más doméstico, más asentado, más… previsible. Y ahí está el problema. Por mucho que se presente como moderna, feminista y demócrata, su imagen pública sigue anclada en arquetipos conservadores: la chica buena, la novia fiel, la víctima romántica... Su posible matrimonio y la adopción de una vida “doméstica” podrían chocar con el relato de empoderamiento y libertad que tantas seguidoras jóvenes proyectan en ella. Un eventual disco sobre la maternidad, contado con su estilo intensísimo y emocionalmente hiperdetallado, puede resultar ajeno para gran parte de su público —millennials sin hijos, Gen Z, personas queer o jóvenes feministas— que podrían sentir esa etapa como un bajón creativo, no por la maternidad en sí, sino por el relato que la acompañe. Si cae, aunque sea sin querer, en el personaje de la trad wife perfecta, corre el riesgo de alejar a quienes la veían como símbolo de independencia, resiliencia y reinvención. Y sí, tal vez este análisis no sea del todo justo. Quizás no lo haríamos con otras artistas. Pero ninguna otra ha hecho de su vida privada el hilo conductor de toda su carrera. Taylor ha pasado los últimos años regrabando su pasado, reescribiendo su historia y recuperando el control. Ahora que lo ha conseguido todo… ¿qué más queda por contar? ¿Cómo seguir siendo interesante cuando ya has cerrado todos los círculos? El fenómeno TAYLOR SWIFT, aunque gigantesco, no es eterno. Sus próximas decisiones personales podrían marcar un punto de inflexión decisivo. Algunos ya se frotan las manos esperando la siguiente fase: la del divorcio. Porque, seamos honestos, el resurgir después del dolor, vende. Y ahí Taylor es experta. Si después del matrimonio y la maternidad llega una crisis —pública o no—, habrá una nueva narrativa de liberación, un disco más oscuro o más cínico, y una posible reconexión con quienes se hayan alejado en esta etapa “perfecta”. Por ahora, creemos que esta nueva vida que se avecina es incompatible con el ritmo frenético de editar un disco por año. Sus fans, que son como auténticas pirañas sedientas de más y más material de su artista favorita, tendrán que esperar y conformarse y eso será bueno también para la industria porque Swift estaba marcando los tiempos a la propia industria y a otras artistas como Sabrina Carpenter que también se habían subido a ese carro que ya no se sostiene. Es bueno que se calmen y no saturen el mercado con discos tan innecesarios como THE LIFE OF A SHOWGIRL. En cuanto a la crítica, el panorama no sorprende. Ya no se distingue cuándo un texto es reseña y cuándo es publicidad. Que Rolling Stone le haya dado un 100/100 no solo resulta risible, sino que erosiona su credibilidad. Por suerte, no todos han pasado por el aro: Exclaim!, The Guardian, Northern Transmissions y The Needle Drop rondan los 40/100; Still Listening se queda en 35/100; y Evening Standard baja hasta 20/100. La media global: 60 sobre 100, según Albumoftheyear.org. Y un último apunte: si es cierto que Actually Romantic va dedicada a Charli XCX, como apuntan algunos fans, no solo demuestra ninguna sororidad, sino también muy poca clase. Swift siempre ha sabido jugar con los beefs personales, pero hacerlo con otra mujer mientras presume de feminista chirría más que nunca y en este caso recurre a ese juego porque está felizmente comprometida y no procede hablar de ningún ex esta vez. En definitiva, THE LIFE OF A SHOWGIRL es un final de etapa sin brillo, un cierre que evidencia el agotamiento de una artista que necesita reinventarse de verdad, no solo volver a viejos trucos. La historia de TAYLOR SWIFT sigue, por supuesto, pero este capítulo merecía un mejor desenlace. Nuestra nota es un 50 sobre 100 Y esperando ansiosamente el siguiente acto de este culebrón para ver si hemos acertado con nuestros vaticinios.
MEJORES MOMENTOS: Para sus fans, todos...
MEDIA CRÍTICA: 60/100
NUESTRA VALORACIÓN: 50/100









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