NUESTROS CÓMPLICES:

sábado, 22 de noviembre de 2025

ÁLBUMES REPESCADOS: GEESE, CAT BURNS, HATCHIE, WHITNEY, GREAT GRANDPA, AMANDA SHIRES, DIJON, FAOUZIA, ALLIE X, DEL WATER GAP y FLOCK OF DIMES

 


Penúltimo post de álbumes repescados. Ya solo falta uno más para cerrar el año y dar paso a nuestra lista. Una vez más, aquí podéis encontrar algunos de esos discos que estarán en la lista de lo mejor del año seguramente. Y tenemos que confesar que para estar escribiendo a destajo estos últimos días, nos sentimos muy orgullosos de como han quedado algunas de las reseñas de este post. Se ve que trabajamos muy bien bajo presión. Pero el año que viene debemos solucionar esto de alguna manera.  

GEESE - GETTING KILLED


GETTING KILLED de GEESE es uno de esos discos que vais a encontrar en muchas listas de los mejores álbumes del 2025. Ha existido mucho hype con este álbum y con Heavy Metal (2024) un álbum que Cameron Winter lanzó en Diciembre del año pasado. Podemos entender el fenómeno. Pero será que somos muy viejos y nada nos ha sorprendido. Porque hay dos nombres que nos vienen a la cabeza inmediatamente nada más escuchar este álbum: David Byrne porque tiene un rango vocal parecido a Cameron Winter y Talking HeadsGETTING KILLED se mueve entre el post-punk nervioso y anguloso (guitarras cortantes, líneas de bajo muy presentes, ritmos tensos), una new wave oscura que recuerda a Talking Heads pero con más densidad emocional, y momentos de art rock donde las estructuras se retuercen y parecen a punto de desmoronarse. También hay toques de indie rock más contemporáneo, cierta teatralidad avant-pop en la voz de Cameron Winter. Incluso por momentos evoca, de forma lejana, esa teatralidad narrativa de Brad Roberts (Crash Test Dummies), pero llevada a un terreno más joven, más urgente y más urbano, y detalles de garage rock crudo que dan ese punto de inmediatez juvenil. El disco respira ansiedad, groove, minimalismo y caos controlado, como si bailara entre la sofisticación arty y la urgencia punk sin decidirse del todo por ninguno de los dos lados. En GETTING KILLED, Geese explora la ansiedad existencial, la alienación urbana y la paradoja de una “buena vida” que a la vez cuesta muy caro: los personajes del disco se sienten aplastados por la rutina, la religión, el deber (Taxes), y al mismo tiempo están obsesionados con el amor, la culpa y su propia identidad (Husbands, Cobra). Hay una tensión constante entre rendirse y rebelarse: rendirse ante las estructuras sociales y religiosas, o rebelarse volviendo su vida un acto artístico que podría costar la vida simbólicamente ("I’m getting killed by a pretty good life" se repite en la canción principal). Además, el disco pone en primer plano la pérdida de agencia en un mundo cada vez más comercializado y despersonalizado, pero también alberga un atisbo de esperanza y resignación: aceptar que hacer arte puede ser un sacrificio, pero un sacrificio elegido, y que esa posible “muerte” es también parte de la búsqueda de sentido. La alienación urbana que aparece en GETTING KILLED tiene un eco muy claro de la clase de inquietud que Talking Heads exploraban, especialmente en Once in a Lifetime: esa sensación de despertarte en una vida que “se supone” que es la correcta —casa, trabajo, rutina, éxito— pero que de pronto te resulta ajena, casi absurda, como si la hubieras heredado sin haberla elegido. En Once in a Lifetime, David Byrne lo expresa desde un punto de vista casi antropológico y neurótico ("You may find yourself living in a shotgun shack…"), con un tono más irónico y performativo; en GETTING KILLEDGEESE lo llevan a un registro más oscuro, más ansioso y menos teatral. Su alienación no se ríe de sí misma: es más opresiva, más emocional, menos “experimental-art-school” y más “angustia contemporánea”. Pero el núcleo es parecido: la vida moderna como una serie de estructuras —urbanas, económicas, religiosas, sociales— que uno habita sin entender del todo, y que pueden sentirse como una “muerte” en cámara lenta. La crítica le ha otorgado una media de 88 sobre 100. Medios como MusicOHM, NME, Paste, Consequence Of Sound, Earnmusic y Sputnikmusic le han otorgado un 100/100 y consideran que es uno de los mejores álbumes del año. La nota más baja es un 60/100 y proviene de Exclaim! Por nuestra parte, entendemos muy bien por qué este disco está conectando tanto con la crítica como con el público por igual. Los que vivimos los 80 con esa mezcla de entusiasmo creativo y paranoia urbana: la sensación de que el mundo estaba cambiando demasiado rápido, que la ciudad era un lugar extraño, que la identidad era algo fluido y que la vida adulta venía con un peso absurdo. Talking Heads fue la banda que puso música precisamente a esa incomodidad inteligente. Los millennials viven algo parecido, pero con otros nombres: precariedad, ansiedad, crisis climática, sobrecarga informativa, sensación de que "la buena vida" es cada vez más inaccesible o que ya no saben si quieren la vida que se supone que deben desear. La alienación es distinta… pero la raíz emocional es la misma. GEESE aparece justo en ese punto medio donde ambas experiencias se conectan: un sonido nervioso, urbano, inteligente, irónico, tenso, que podría haber existido en 1981 o en 2025 sin desentonar. A los que somos perros viejos, nuestra edad no nos impide disfrutarlo; de hecho, nos da contexto. Las nuevas generaciones lo viven como algo nuevo; nosotros como algo que tiene historia, linaje, continuidad. Y lo realmente grande es que el disco funciona igual para todos. Nuestra nota es un 90 sobre 100.  



MEJORES MOMENTOS: Taxes, Trinidad, Cobra, Husbands, Getting Killed, Islands Of Men, 

MEDIA CRÍTICA: 88/100

NUESTRA VALORACIÓN: 90/100  

CAT BURNS - HOW TO BE HUMAN


CAT BURNS nos enamoró con Early Twenties (2024). Un disco con diecisiete canciones que se lanzó el verano del año pasado y que podría haber tenido una vida mucho más larga y no había ninguna necesidad de sacar otro álbum como HOW TO BE HUMAN con dieciséis canciones más. No. No la había. Aunque CAT BURNS dice que el 2024 fue un año muy duro para ella al perder a su abuelo, además vivir una ruptura amorosa y justifica la existencia de este álbum porque tenía que expresarse y liberar todo lo que tenía dentro. Eso, y que tiene una discográfica que la apoya plenamente. Porque no todos los artistas se puden permitir lanzar un disco cuando "lo necesitan". CAT BURNS sigue demostrando un talento enorme para componer canciones honestas y cercanas. Su voz, reconocible y llena de matices, consigue transmitir emoción incluso en los momentos más tranquilos del disco. Cada canción tiene su propia historia, y su capacidad para equilibrar confesión y melodía es evidente. Sin embargo, ahí donde Early Twenties sorprendía por su frescura y variedad, HOW TO BE HUMAN se percibe mucho más homogéneo y seguro. La producción es impecable, sí, pero nada arriesgada: los arreglos y beats rara vez se desvían de lo esperado dentro del pop y el R&B contemporáneo. Esto no resta valor al disco, pero hace que sea difícil encontrar momentos que realmente sorprendan o desafíen al oyente experimentado. De hecho, tenemos que confesar que después del maratón de reseñas que estamos escribiendo este mes, escuchar un álbum como HOW TO BE HUMAN nos dejaba bloqueados. No teníamos nada que decir. No era nuestra culpa. A nuestro oído, entrenadísimo, no le pasaba absolutamente nada. Simplemente estábamos ante un álbum que no ofrecía ningún tipo de estímulos. Nuestro cerebro buscaba novedad y riesgo. Pero su seguridad no nos lo daba y no sorprender estructuralmente, ni desafiar lo que ya conocíamos nos hacía estar bloqueados. En otras palabras, Burns entrega un álbum sólido y emotivo, pero su seguridad estilística limita la sensación de impacto. Lo que el disco pierde en riesgo, puede que lo gane en coherencia y claridad emocional, mostrando a una artista que sabe exactamente lo que quiere comunicar. Pero en un contexto de más de cien lanzamientos a la semana, nuestro oído se activa con cualquier otro álbum que suponga un desafío y un álbum como HOW TO BE HUMAN lo acabas escuchando en modo "piloto automático". Las críticas han estado un tanto tibias con este segundo trabajo. Una media de 65 sobre 100 tras venir de un álbum como Early Twenties (2024) no creemos que sea nada positivo, aunque para ser francos hay quien considera que no es una mala nota. El 40/100 que le ha otorgado The Arts Desk sí que lo es. Aunque ha recibido otras valoraciones más positivas como el 78/100 de Beats Per Minute o los 70/100 de DIY y MusicOHM. Nuestra nota es un 70 sobre 100. Y podríamos finalizar diciendo algo así como que no importa, que ella es muy buena compositora y transmite mucha verdad en sus letras aunque su producción sea anodina, no sorprenda y se parezca más a lo peor de Ed Sheeran que a otra cosa, como han asegurado algunos críticos. Pero no lo vamos a decir. El panorama musical se ha enrarecido mucho y hay que espabilar. Porque esa discográfica que hoy te apoya a muerte y te da libertad creativa para lanzar un disco totalmente innecesario sobre tu último estado de ánimo, mañana te está diciendo que no cumples los objetivos comerciales y te ves haciendo crowdfunding en tus Redes Sociales para autoproducirte tu próximo disco. Seguro que entonces, no vuelves a hacer una producción tan predecible y poco estimulante.    


MEJORES MOMENTOS: All This Love, GIRLS!, There's Just Something About Her, Lavender, Please Don't Hate...

MEDIA CRÍTICA: 65/100

NUESTRA VALORACIÓN: 70/100

HATCHIE - LIQUORICE 


Hemos seguido a la australiana HATCHIE desde que debutara con Keepsake (2019) y en su segundo álbum Giving The World Away (2024) que nos dejó un poco fríos porque vimos un intento desesperado por irrumpir en territorios algo más comerciales. Recientemente ha publicado su tercer álbum de estudio LIQUORICE. Lo que ocurre con HATCHIE es que Keepsake dejó un listón emocional difícil de igualar porque tenía esa cualidad casi accidental de los debuts: una mezcla de frescura, ingenuidad y coherencia interna que no parecía perseguir nada más allá de expresar un universo propio. Ese carácter “no pretendido” hacía que el disco respirara naturalidad, y por eso muchos lo seguimos viendo como su obra más auténtica. En Giving the World Away se notó claramente un salto de ambición. Es un álbum más grande, más trabajado y más consciente de sí mismo, como si buscara ocupar un espacio más amplio en el pop atmosférico contemporáneo. Las referencias a Depeche Mode o Madonna se mencionaron tanto que uno esperaba un giro estético más marcado, pero el resultado terminó siendo un pop moderno sobreproducido, impecable en técnica, aunque plano en personalidad. Esa sensación de que la producción domina al sentimiento, de que el álbum intenta encajar en un molde “mayor”, hace que sea fácil percibirlo como menos orgánico, incluso prefabricado. Con LIQUORICE parece haber un intento de recuperar cierta espontaneidad, pero sin renunciar por completo a esa escala más grande que adoptó desde el segundo álbum. Ya no se siente tan calculado como Giving the World Away, y eso lo hace más agradable en una primera escucha. Sin embargo, tampoco alcanza esa naturalidad intuitiva que tenía Keepsake. Es como si estuviera atrapado entre dos impulsos: volver a lo pequeño y sincero del debut, pero también mantener la ambición de una artista que ya no puede, o no quiere, sonar tan ingenua como al principio. En Liquorice, HATCHIE se adentra en un paisaje sonoro dominado por guitarras empapadas en reverb, atmósferas vaporosas y una textura etérea que recuerda tanto al shoegaze como al dream pop, aunque no de forma literal ni automática. El disco tiene un aire más suelto y relajado que su predecesor, renunciando en buena parte a los ganchos pop típicos para dejar respirar las melodías y jugar con la densidad sonora: reverberaciones pesadas evocan a Slowdive o My Bloody Valentine, mientras que ciertos momentos vocales y armónicos remiten a las Cocteau Twins. Al mismo tiempo, hay pasajes más pop-rock (Wonder) con guitarras más ásperas, y otros temas (Only One Laughing, Sage) que combinan sintetizadores y percusiones más delicadas para ofrecer una textura soñadora pero terrenal. No es un shoegaze clásico: más bien se trata de una reinvención luminosa, como un shoegaze veraniego, donde el eco y la melancolía conviven con melodías limpias, sin caer en la pretensión de imitar sus influencias, sino canalizarlas con sensibilidad. Por el lado narrativo, LIQUORICE parece moverse en un territorio más introspectivo que confesional, donde HATCHIE no cuenta historias lineales sino que trabaja con estados emocionales, sensaciones y pequeños destellos de vulnerabilidad. El álbum orbita alrededor de la autoexploración, la duda y la búsqueda de un equilibrio entre independencia y deseo de conexión, pero lo hace a través de imágenes sueltas, casi táctiles, más cercanas a un diario sensorial que a una narrativa explícita. Hay un tono de madurez emocional que no estaba tan presente en Keepsake, aunque tampoco llega a la solemnidad de Giving the World Away: aquí las letras funcionan como fragmentos que acompañan las atmósferas, dejando que la ambigüedad juegue a favor. Lo interesante es que esa misma imprecisión permite que cada oyente complete el significado, como si las canciones fueran más bien espacios emocionales abiertos que relatos cerrados. La media crítica de LIQUORICE es de un 79 sobre 100 con medios como Dork que le han otorgado el 100/100. Aunque la mayoría de medios: Allmusic, NME, Under The Radar, The Line Of Best Fit, The Skinny, Clash, God Is In Tv o The Guardian han sido unánimes con el 80/100, excepto DIY y Spectrum Culture que optaron por el 60/100. En general son muy buenas valoraciones. Nosotros por nuestra parte, no podemos darle menos de un 85 sobre 100 porque nos ha gustado más que su álbum anterior. Es cierto que HATCHIE pasó de no tener pretensiones a ser pretenciosa en un solo disco. Con LIQUORICE, al menos, parece estar remediándolo un poco.   


MEJORES MOMENTOS: Lose It Again, Sage, Only One Laughing, Liquorice, Carousel, Stuck

MEDIA CRÍTICA: 79/100

NUESTRA VALORACIÓN: 85/100

WHITNEY - SMALL TALK


WHITNEY es una banda de Chicago que adquirió cierta notoriedad gracias a su álbum debut Light Upon The Lake (2016) que supuso una pequeña obra maestra del folk contemporáneo. Luego volvieron a sorprender con Forever Turned Around (2019) pero después vinieron dos álbumes más que pasaron inadvertidos porque no estaban a la altura de sus primeros trabajos. SMALL TALK nos devuelve a los WHITNEY que nos enamoraron y es sin ninguna duda el mejor álbum de la banda en años. Aunque no supere todavía a su álbum debut. En SMALL TALKWHITNEY desarrolla narrativas que giran en torno a la intimidad cotidiana y los pequeños detalles de la vida, explorando emociones de manera directa pero delicada. Las letras no buscan dramatismo extremo, sino capturar momentos de vulnerabilidad, nostalgia y conexión humana con un tono casi conversacional, como si cada canción fuera un susurro compartido en un café o en una habitación tranquila. Esta aproximación crea un hilo narrativo consistente a lo largo del disco: relaciones que se deshacen o se reformulan, recuerdos que resurgen con melancolía y la sensación de estar suspendido entre el pasado y el presente. Al mismo tiempo, el falsete de Julien Ehrlich refleja esa fragilidad emocional, funcionando como un vehículo para narrar emociones complejas sin necesidad de grandilocuencia, reforzando la sensación de cercanía y sinceridad que define el álbum. En otros trabajos más recientes, ese falsete parecía volverse un recurso algo repetitivo; aquí, en cambio, se integra de forma mucho más cálida en los arreglos. Uno de los grandes aciertos es la colaboracion de Madison Cunningham. Lo interesante es que su presencia no solo suma una voz distinta, sino que eleva el nivel musical: ella tiende a aportar arreglos más finos, armonías inesperadas y un gusto por lo minimalista pero preciso. WHITNEY siempre ha tenido una sensibilidad suave y cálida, pero Cunningham introduce una especie de nitidez musical que les sienta muy bien. Es justo ese tipo de colaboración que no se siente forzada: más bien parece que revela una versión más madura y segura de la banda. SMALL TALK se mueve con elegancia dentro del indie folk, pero también se adentra en territorios cercanos al soul suave, el pop orgánico y el jazz ligero, todo dentro de un marco claramente de cantautores. La sonoridad del disco se caracteriza por su calidez y naturalidad: guitarras limpias y percusiones discretas que nunca saturan, metales y teclados que aportan color sin robar protagonismo. Cada arreglo parece pensado para reforzar la intimidad de las canciones, dejando que la voz y la narrativa sean el centro. La riqueza de texturas y la simplicidad elegante permiten que el álbum transite géneros sin perder coherencia, creando un sonido reconocible como WHITNEY, pero a la vez fresco y sorprendentemente orgánico para su discografía reciente. El disco está autoproducido por los componentes Max Kakazek Julien Ehrlich con la ayuda de los productores adicionales Ziyad Asrar y Malcom Brown. La crítica le da una media de 72 sobre 100: PopMatters, AllMusic, Uncut y The Line Of Best Fit 80/100; Spectrum Culture 74/100; Paste 72/100; Mojo 60/100 y Pitchfork 48/100. Por nuestra parte y como dijimos al principio, consideramos que SMALL TALK ha sido un bonito reencuentro que no supera sus dos primeros trabajos. Pero aún así, es el mejor álbum de la banda en años y no merece menos de un 85 sobre 100


MEJORES MOMENTOS: Darling, Dandelions, Evangeline, Small Talk, Silent Exchange, Won't You Speak Your Mind...

MEDIA CRÍTICA: 72/100

NUESTRA VALORACIÓN: 85/100

GREAT GRANDPA - PATIENCE, MOONBEAM


Una de las grandes sorpresas del 2025 se llama PATIENCE, MOONBEAM y es el tercer álbum de estudio de la banda de Seattle GREAT GRANDPA. Si no los conoces y buscas información sobre ellos lo primero que vas a encontrar es que son una banda que fusiona grunge con pop alternativo. Puede que eso sea cierto. Pero escuchando PATIENCE, MOONBEAM esa descripción se queda bastante corta. Lo primero que vamos a encontrar nada más comenzar el álbum son unos arreglos de cuerda que te devuelven la fé en la buena música. Esos arreglos de cuerda no son un adorno, sino una parte central de la arquitectura emocional del álbum. Hay violines y violonchelos que amplían el espacio sonoro y generan un clima casi cinematográfico que se convierten en una parte esencial de la atmósfera del disco. Ese uso de cuerdas, junto con elementos como el pedal steel, acerca a GREAT GRANDPA a territorios más propios del folk y del alt-country, aportando una melancolía luminosa que convive con su ADN de rock alternativo. También es cierto que, pese a esa apertura estilística, la banda no abandona su herencia grunge. Aunque no sea un disco de guitarras sucias y distorsiones, la intensidad emocional y ciertos picos de electricidad aún conservan ese fondo crudo que recordaba sus primeros trabajos y su origen en Seattle. Lo interesante es cómo esa energía se equilibra con estructuras menos convencionales y más expansivas, que funcionan como pequeños viajes sonoros con momentos íntimos y otros más grandiosos, sin seguir siempre el esquema clásico de verso-coro-verso. A partir de esa mezcla, el disco deambula por varios géneros. El indie rock sigue siendo su columna vertebral, pero se cruza con indie folk, alt-country y Americana gracias al uso del pedal steel y a una sensibilidad narrativa más cálida y terrenal. En algunos pasajes aparecen también texturas electrónicas sutiles y modulaciones vocales que rozan el pop emocional contemporáneo. Y, por cómo trabajan la intimidad, la fragilidad y los arreglos más delicados, hay momentos que recuerdan al chamber pop moderno. Incluso también se podría hablar de afinidades con el slowcore o el dream-pop, sobre todo en los temas de tempo más pausado y ambiente contemplativo. En conjunto, PATIENCE, MOONBEAM se siente como un paso adelante muy natural para GREAT GRANDPA: un disco que conserva la honestidad emocional y algo del filo del grunge, pero que se abre a un espectro más amplio de texturas y géneros. Ese equilibrio entre calma, profundidad, arreglos ricos y un sustrato de dolor o ternura que nunca desaparece nos ha recordado un poco a Cowboy Junkies. El álbum está producido por la banda aunque sus productores principales son Dylan Hanwright y Pat Goodwin. El único compositor acreditado que se ha encargado de escribir la totalidad de las canciones es también Pat Goodwin. La crítica le da una media de 80 sobre 100 que se distribuye de la siguiente manera: The Line Of Best Fit 90/100; Paste 83/100; Under The Radar, Sputnik Music y Rolling Stone 80/100; Pitchfork 76/100 y PopMatters 70/100. Por nuestra parte tenemos que decir que PATIENCE, MOONBEAM es un álbum rico, expansivo y muy interesante, de los de uno entre un millón. Nuestra valoración es de un 92 sobre 100.   

MEJORES MOMENTOS: Junior, Emma, Ladybug, Doom, Kid, Sleep, Never Rest...

MEDIA CRÍTICA: 80/100

NUESTRA VALORACIÓN: 92/100

AMANDA SHIRES - NOBODY'S GIRL


NOBODY'S GIRL se puede leer como un diario íntimo de la recuperación emocional de AMANDA SHIRES tras su separación de Jason Isbell, aunque sin caer en dramatismos explícitos. Las canciones transitan entre la pérdida, la introspección y la reconstrucción personal, explorando el dolor de un vínculo que se termina y, al mismo tiempo, la reafirmación de la propia identidad. Hay momentos de vulnerabilidad directa, donde la distancia y el desengaño se sienten palpables, pero también hay espacios de liberación y resiliencia, mostrando a Shires en el proceso de volver a encontrarse consigo misma. La narrativa del disco no es un recuento crudo de la ruptura, sino más bien un testimonio de cómo reconstruirse después de un matrimonio que duró más de diez años, transformando la experiencia en música que combina honestidad emocional con belleza sonora. NOBODY'S GIRL se mueve con libertad entre distintos territorios sonoros, creando un paisaje íntimo pero sorprendentemente expansivo. La base de la instrumentación sigue estando en el folk y el country alternativo, con el violín de Shires como hilo conductor que aporta calidez y melancolía, pero el álbum no se queda ahí: hay momentos de rock suave que le dan empuje a ciertas canciones, pasajes de americana luminosa con guitarras limpias y arreglos sutiles, y texturas que rozan el indie pop en sus líneas melódicas y producción etérea. Las canciones alternan entre la cercanía de un concierto en sala pequeña y la amplitud de un estudio que permite que cada nota respire, mezclando la crudeza emocional con momentos de delicadeza casi cinematográfica. La voz de Shires, siempre clara y emotiva, atraviesa todos estos géneros sin perder cohesión, haciendo que el disco se perciba como una obra unitaria a pesar de su diversidad estilística, más cerca de un diario musical de emociones que de un álbum de country convencional. Aunque NOBODY'S GIRL no supera a To The Sunset (2019), ni a Take it Like A Man (2022) es un álbum muy sólido, con momentos de gran belleza y sutileza, especialmente en la manera en que transita entre géneros y texturas, y cómo refleja el viaje personal de Shires. No es necesariamente revolucionario dentro de su propia discografía, pero sí un disco elegante, emotivo y maduro. Lo bueno de Shires es que incluso su tercer mejor disco sigue siendo muy superior a lo que hacen muchos otros artistas, y siempre deja la sensación de que el siguiente trabajo podría ser su gran obra maestra. La crítica le otorga un 78 sobre 100 y se distribuye de la siguiente manera: XS Noize 90/100; Paste 82/100, AllMusic y Mojo 80/100; Spectrum Culture 76/100; Pitchfork y PopMatters 70/100. El productor escogido para acompañarla en este viaje no es otro que Lawrence Rothman que ya trabajó con ella en Take it Like A Man, un álbum que cuando se grabó nada hacía sospechar que terminaría divorciándose de Jason Isbell poco tiempo después. Pero si lo escuchas ahora, se ve bastante más claro que trata también sobre las grietas de una relación. Por nuestra parte solo nos queda decir que creemos que AMANDA SHIRES es una de las artistas más completas. Solo le falta ese disco con el que escriba una página en la historia de la música reciente y mientras llega o no, nos está dejando muy buenos trabajos. Nuestra nota es un 87 sobre 100.   


MEJORES MOMENTOS: A Way It Goes, Maybe I, Living, The Details, Lately, Strange Dream...

MEDIA CRÍTICA: 78/100

NUESTRA VALORACIÓN: 87/100

DIJON - BABY!


Uno de los trabajos que vais a ver este año en todas las listas de los mejores álbumes del año es BABY! del cantante, compositor y productor DIJON un álbum que revoluciona géneros tan trillados como el R&B y el neosoul. Aunque quizás decir eso sería simplificar mucho, porque BABY! despliega una sonoridad que se mueve entre el R&B y el neosoul, pero lo hace filtrando esos géneros por una estética que mezcla lo analógico con lo digital hasta volverlos casi irreconocibles. Las guitarras orgánicas y las armonías cálidas conviven con glitches, saturaciones, reverberaciones difusas y pequeños fragmentos sonoros que aparecen y desaparecen como si el álbum estuviera construido a partir de recuerdos incompletos. DIJON usa la estructura y la calidez emocional del soul como columna vertebral, pero la envuelve en un enfoque casi de collage, donde el folk íntimo, el pop experimental y pequeñas pinceladas de electrónica lo-fi se entrelazan sin jerarquías claras. Ese deambular entre estilos no busca exhibir versatilidad, sino traducir estados emocionales: cada salto de textura o distorsión parece responder a un impulso interno más que a una referencia de género, y eso le da al disco una identidad híbrida y muy personal. Aunque la paternidad es el hilo emocional más evidente de BABY!, el álbum se sostiene también sobre varias subnarrativas que lo enriquecen y lo alejan de ser simplemente “un disco sobre ser padre”. Hay una exploración constante de la vulnerabilidad adulta: el miedo a no estar a la altura, la sensación de ser arrastrado por responsabilidades nuevas y la tensión entre crecer y aferrarse a versiones pasadas de uno mismo. También atraviesa la idea de la intimidad como espacio caótico, donde la convivencia, el amor de pareja y la vida doméstica se muestran sin idealización, con momentos de ternura inmediata y otros de duda o desgaste. En paralelo, aparece una narrativa del cuerpo y la presencia física: respiraciones, roces, voces cercanas y sonidos cotidianos funcionan como pequeñas escenas que anclan las emociones en gestos concretos. Todo ello convive con una mirada hacia el tiempo —cómo se acelera, cómo se fragmenta, cómo te obliga a replantearte prioridades—, lo que convierte el álbum en un retrato de una vida que cambia en múltiples frentes a la vez, y no solo en la llegada de un hijo. Podría pensarse que como DIJON es productor y compositor y se trata de un álbum sobre su propia experiencia vital, lo ha hecho sin ninguna ayuda. Nada más lejos de la realidad. Volvemos a la diatriba de siempre, lo de lanzar un producto mainstream con un envoltorio indie o alternativo, pero que en el fondo, no deja de ser mainstream. Además del propio DIJON están acreditados como productores Mk.gee, Andrew Sarlo, Bj Burton y Tommy King. Y para hablar de su propia paternidad DIJON necesita a unos diecinueve co-autores que tiene acreditados entre los que destacan Mk.gee, Justin Vernon, Tobias Jesso Jr o Andrew Sarlo. A la crítica le ha encantado y le otorga una media de 87 sobre 100 que se distribuye de la siguiente manera: Paste 100/100; Northern Transmissions 95/100; Pitchfork, AllMusic y Rolling Stone 90/100; NME, Clash y Dork 80/100 y The Needle Drop 70/100. Nosotros lo tenemos muy claro porque siempre vamos a valorar alto cualquier álbum que tenga vocación de cambiar algunos estándares establecidos y BABY! es uno de esos álbumes. No podemos darle menos de un 89 sobre 100. También tenemos que añadir que es un álbum que no ha estado exento de hype y cualquiera que valore más las canciones limpias, los hooks claros o un R&B más tradicional, puede que algunos de los elogios de la crítica le parezcan fuera de lugar. Nosotros valoramos mucho más la innovación en estos casos. 


MEJORES MOMENTOS: Yamaha, HIGHER!, Baby!, FIRE!, Rewind, Automatic

MEDIA CRÍTICA: 87/100

NUESTRA VALORACIÓN: 89/100

FAOUZIA - FILM NOIR 


Cuando la cantante y compositora marroquí-canadiense FAOUZIA irrumpió en la escena musical sacando demos y singles y gestionando su carrera desde sus redes sociales, todos pudimos ver su gran potencial. Se adivinaba algo muy grande y no eran falsas expectativas, tenía esa mezcla muy rara de técnica vocal impresionante, identidad cultural interesante y un estilo pop dramático que la diferenciaba de inmediato. Mucha gente pensaba que iba a irrumpir con más fuerza en el mainstream porque parecía que estaba construyendo un momentum orgánico, muy de “artista emergente a punto de explotar”. Pero no ha sucedido como se esperaba. Recientemente ha editado su álbum debut FILM NOIR y se puede decir que su carrera ha tomado un camino más pausado de lo que se anticipaba. Porque suena a un álbum con producción grandiosa, muy cuidada, incluso con ese tono casi adult contemporary que recuerda a Celine Dion: arreglos muy limpios, vocales muy controladas, dramatismo contenido. Es un sonido precioso, sí, pero quizás menos arriesgado o menos visceral que lo que mostraban algunos de sus singles más crudos y potentes del pasado como Tears Of Gold o Born Without a Heart. También influye que la industria pop actual da un empujón fuerte a artistas que encajan en moldes muy concretos (TikTok viralidad, colaboraciones grandes, narrativas muy fáciles de empaquetar), y FAOUZIA es un perfil más difícil de categorizar: pop dramático, técnica vocal enorme, pero sin una imagen hipercomercial o un nicho explosivo. La sonoridad de FILM NOIR se mueve en un espacio híbrido donde el pop contemporáneo se entrelaza con una estética orquestal que define gran parte del carácter del álbum. Predominan arreglos muy refinados, cuerdas amplias, pianos dramáticos y una producción casi “de banda sonora”, que realza la expresividad vocal de FAOUZIA y le da un aire cercano al pop adulto de gran carga emocional. Al mismo tiempo, el disco deambula por matices de dark-pop, influencias francófonas y toques sutiles de melodías árabes que evocan su identidad multicultural sin convertirlo en un proyecto explícitamente fusión. El resultado es una mezcla elegante en la que conviven la grandiosidad clásica —casi teatral— con momentos más íntimos y minimalistas, creando un sonido coherente pero variado que oscila entre lo épico y lo confesional. En Film Noir, FAOUZIA construye una narrativa que no sigue una historia lineal, sino un recorrido emocional que funciona como una serie de escenas íntimas dentro de un mismo universo estético. La artista utiliza imágenes y tonos propios del cine clásico —sombras, dramatismo, elegancia melancólica— para enmarcar relatos de vulnerabilidad, identidad y autosupervivencia. Cada canción funciona como un monólogo interior donde se enfrentan la fuerza y la fragilidad, el deseo de pertenencia y el miedo a perderse a una misma, creando un paisaje emocional coherente y cinematográfico. El resultado es un álbum que, aun siendo breve, respira con una cohesión sonora y temática que convierte sus experiencias personales en un relato estilizado, intenso y profundamente humano. Aunque pueda parecer contradictorio después de haber subrayado todas estas virtudes, no debemos olvidar el gran problema mencionado al principio: esa producción tan grandilocuente la sitúa peligrosamente cerca de la etiqueta “adult contemporary”, algo que hoy día resulta bastante estigmatizante para una artista joven y con su enorme potencial. El disco ha salido recientemente y apenas ha recibido atención mediática; ningún medio importante le ha dedicado una valoración, así que tendréis que confiar en nuestro criterio. FILM NOIR es un álbum con canciones hermosas, pero debería aspirar a ser mucho más, y de hecho se percibe que se ha intentado por todos los medios que lo sea. Sin embargo, esa producción tan refinada —casi de diva dramática en vías de extinción— no ayuda si lo que se quiere es ofrecer un producto fresco y moderno que conecte con un público joven. No obstante tampoco creemos que FILM NOIR sea un paso atrás. Más bien, es una nueva carta de presentación muy sólida y muy cuidada que quizá llega en un momento en el que el mercado premia otro tipo de riesgos y texturas. Pero, como álbum debut, sí deja la sensación de que aún no ha desplegado del todo lo que la haría destacar masivamente. Si mantuviera la dirección vocal y emocional, pero con una producción algo más atrevida y contemporánea, probablemente el impacto hubiera sido bastante mayor. Nuestra nota es un 80 sobre 100


MEJORES MOMENTOS: Unethical, Peace & Violence, Porcelain, Desert Rose, Weirdo...

MEDIA CRÍTICA:---

NUESTRA VALORACIÓN: 80/100

ALLIE X - HAPPINESS IS GOING TO GET YOU


ALLIE X vuelve este 2025 con HAPPINESS IS GOING TO GET YOU después de que el año pasado nos diera Girl With No Face (2024), el mejor álbum de su discografía. Seguimos pensando que es innecesario sacar álbumes tan pronto, sobre todo por la saturación que supone. Pero en este caso, aunque este nuevo álbum haya caído como unos diez puntos de media crítica con respecto al anterior, —ha obtenido un 79 sobre 100 de media crítica basado en dos únicas reseñas el 80/100 de The Forty-Five y el 60/100 de Exclaim!— siempre es una gozada reseñar un álbum de ALLIE X porque te mantiene alerta y siempre es un desafío. Todo lo contrario de lo que comentábamos cuando escribimos sobre Cat Burns anteriormente. Porque mientras otros críticos se centran sobre todo en impacto inmediato, innovación comercial o coherencia pop, nosotros disfrutamos mucho también de la riqueza de referencias, guiños y matices escondidos en un álbum como HAPPINESS IS GOING TO GET YOU. Para empezar hay canciones como Learn To Cry que no desentonaría en el mítico álbum de baladas de Madonna Something To Remember (1995). ALLIE X proyecta vulnerabilidad y fuerza al mismo tiempo, muy al estilo de baladas de Madonna como Live To Tell. La entrega vocal tiene ese tono dramático y confesional, que conecta con emociones universales: pérdida, amor, reconciliación interna. En Happiness Is Going To Get To You suena un piano que inmediatamente evoca a la Fiona Apple de sus primeros discos y lo mejor, cuando hace un guiño a Bitter Sweet Symphony de The Verve en I Hope You Hear This Song. No se trata de un sample directo, sino una interpolación melódica bien pensada, usada para darle a su canción un aire nostálgico, emocional y algo dramático, muy acorde con su estilo. HAPPINESS IS GOING TO GET YOU de ALLIE X es un álbum que se mueve con fluidez entre el pop contemporáneo, el synth-pop etéreo y pinceladas de folk atmosférico y baladas dramáticas, creando un paisaje sonoro que combina la inmediatez del pop con texturas introspectivas y emocionales. La producción juega con sintetizadores brillantes y capas de pads ambientales que generan amplitud, mientras que el piano y los arreglos orquestales aportan momentos de intimidad y solemnidad. Las voces de Allie, a la vez frágiles y expresivas, atraviesan estos paisajes con un toque dramático, recordando tanto al pop teatral de los 80 como a ciertas baladas contemporáneas densas y emotivas. En todo el disco se perciben guiños estilísticos que van desde el trip‑hop de los 90 hasta matices barrocos o electrónicos, haciendo que cada pista oscile entre la nostalgia y la modernidad, lo orgánico y lo sintético, construyendo un universo sonoro rico y cambiante. En HAPPINESS IS GOING TO GET YOU, las narrativas de ALLIE X se despliegan con una mezcla de intimidad confesional y teatralidad pop, explorando emociones complejas como el deseo, la vulnerabilidad, la melancolía y la búsqueda de conexión. Cada canción funciona casi como un pequeño cuento, en el que los protagonistas navegan entre la esperanza y la desesperanza, la añoranza y la aceptación, construyendo historias que son a la vez personales y universales. La voz de Allie actúa como narradora y guía emocional, alternando momentos de cercanía susurrante con estallidos dramáticos, lo que intensifica la sensación de vivir esas emociones en tiempo real. A lo largo del álbum, se percibe un hilo conductor que entrelaza confesión, reflexión y guiños sutiles a otras obras musicales, generando una experiencia narrativa que recompensa la escucha atenta y que hace que cada canción se sienta como una pieza de un universo mayor, íntimo y cuidadosamente diseñado. Por todo esto, creemos que aunque sea un álbum inferior a su predecesor no merece menos de un 85 sobre 100. A lo mejor nuestra valoración es egoista porque estamos reseñando más de cincuenta discos este mes de Noviembre y la escucha de un álbum que nos desafía constantemente nos resulta mucho más atractiva que la de otras propuestas más rutinarias. ALLIE X sabe muy bien como mantener toda nuestra atención.       


MEJORES MOMENTOSI Hope You Hear This Song, Happiness Is Going To Get To You, Learn To Cry, Is Anybody Out Here?, 7th Floor, Reunite, Old Season... 

MEDIA CRÍTICA: 79/100

NUESTRA VALORACIÓN: 85/100

DEL WATER GAP - CHASING THE CHIMERA


DEL WATER GAP reaparece con CHASING THE CHIMERA tras su aclamado álbum I Miss You Already + I Haven't Left Yet (2023) y que nadie espere una repetición de todo lo que funcionó en aquel trabajo. La sonoridad del nuevo álbum se mueve entre la delicadeza íntima y una textura sonora más amplia. Samuel Holden Jaffe ha logrado construir un paisaje musical que suena maduro, reflexivo, pero sin perder la familiaridad de su sello indie-pop. Las melodías están tejidas con sintetizadores sutiles, percusión suave y ocasionales momentos acústicos, lo que aporta una sensación de espacio, no es un pop agresivo, más bien envolvente. Hay una presencia clara del folk-pop, sobre todo en las partes más desnudas del álbum, como en canciones construidas en torno al piano o la guitarra acústica, donde la fragilidad de la voz se convierte en su propio instrumento emocional. Pero también se adentran en terrenos más complejos: en algunos temas aflora un soplo de jazz, con secciones de metales o arreglos que recuerdan suavemente a ese lenguaje clásico del jazz, aunque sin perder su identidad pop. Incluso hay ecos de R&B en los bajos o en el fraseo vocal, una mezcla que refuerza ese sentido de introspección adulta. Además, por momentos la producción de Gabe Goodman y Jonathan Wilson tiene un aire onírico, casi soñador, que podría relacionarse con el dream pop. No es un álbum saturado de efectos agresivos, pero sí juega con reverberaciones, espacios sonoros amplios y capas que sugieren más de lo que muestran. Esa textura ligera, dulce, pero no superficial, sirve para subrayar las letras confesionales: Jaffe habla de arrepentimiento, aspiraciones difíciles, conexiones rotas, y todo eso se siente tan real como frágil. Digamos que CHASING THE CHIMERA transita entre el indie-pop y el folk-pop, con guiños al jazz y al dream pop, construyendo un universo sonoro íntimo y expansivo a la vez. Es un álbum que suena como una conversación que uno tiene consigo mismo cuando mira al horizonte y no sabe bien qué espera encontrar. En cuanto a las narrativas CHASING THE CHIMERA articula una búsqueda constante de algo que siempre parece escapar, una especie de ideal emocional o vital que se persigue aun sabiendo que quizá no existe del todo. Desde ahí se despliega un viaje de autoexploración en el que Jaffe confronta versiones contradictorias de sí mismo, mientras carga con arrepentimientos, disculpas tardías y el deseo de reparar vínculos que se han desgastado con el tiempo. La vulnerabilidad es un pulso constante: aparece el cansancio de sobrevivir, la confusión espiritual y la sensación de estar aprendiendo a vivir casi desde cero, aun cuando el conocimiento propio pesa más de lo que libera. Todo esto convive con relatos de soledad profunda y de conexiones afectivas complejas —desde relaciones rotas hasta la intimidad casi filosófica con la figura materna—, y con un trasfondo de agotamiento creativo que impulsa un renacer, un regreso a la escritura como refugio y como forma de volver a la verdad personal. En conjunto, el disco se mueve entre el anhelo, el miedo, la introspección y la redención, construyendo un relato que mira de frente a la fragilidad humana y a las preguntas inevitables sobre vivir, amar y dejar atrás lo que ya no sirve. A pesar estas cualidades su media crítica no ha sido demasiado alta, un 67 sobre 100 que se aleja mucho del 81/100 de su álbum anterior. La puntuación más alta proviene de Clash con un 80/100; Spectrum Culture lo valora con un 67/100 y DIY y Far Out Magazine con un 60/100. Estas valoraciones pueden deberse a que CHASING THE CHIMERA es un álbum que respira cuidado y detalle: cada canción parece pensada para capturar emociones con precisión, desde la vulnerabilidad hasta la melancolía más sutil. Pero esa misma sensibilidad, tan trabajada, a veces choca con las fórmulas del pop masculino convencional; las melodías y las estructuras recuerdan lugares que hemos escuchado antes, lo que puede restarle parte de la frescura que sus arreglos y letras sugieren. El resultado es un contraste constante: por un lado, un artista con una voz muy personal y capaz de momentos conmovedores; por otro, un marco sonoro que lo ancla a patrones seguros, haciendo que la originalidad de su propuesta se perciba contenida, como si la chispa que podría diferenciarlo quedara parcialmente absorbida por la familiaridad del formato. Para que os hagáis una idea de lo que os estamos contando. No sirve de nada que seas tan delicado y cuides tanto los detalles, si al final vas a estar anclado en los mismos patrones del pop masculino mainstream de Maroon 5, por poner un ejemplo. Hay momentos en que Jaffe puede recordar incluso a Matt Maltese en la forma, pero nunca en el fondo. Porque Maltese es un ejemplo de alguien que dinamita todos esos patrones. Aún así, creemos que se está siendo un poco injustos con este disco y que se va a revalorizar en el futuro. Vendrán otros que lo harán muy bueno. Nuestra nota es un 80 sobre 100.   


MEJORES MOMENTOS: Marigolds, Damn, How To Live, Eastside Girls, New Personality, We Don't Have To Take It Slow... 

MEDIA CRÍTICA: 67/100

NUESTRA VALORACIÓN: 80/100

FLOCK OF DIMES - THE LIFE YOU SAVE



Tras FLOCK OF DIMES se esconde la veterana cantautora de Baltimore Jenn Wasner, que este año ha lanzado THE LIFE YOU SAVE, el tercer álbum de un proyecto musical con más de una década de existencia y que, lejos de agotarse, suena más vivo que nunca. Es un trabajo impecable que ella misma ha compuesto y producido de principio a fin. Y, teniendo en cuenta nuestra costumbre de examinar detalladamente los créditos de cada disco que reseñamos, cada día valoramos más estos álbumes que fluyen de manera orgánica y no necesitan veinte productores y otros tantos coautores. Máxime cuando alcanzan la calidad de THE LIFE YOU SAVE. En realidad, es un pequeño milagro que hoy día podamos disfrutar de obras así. Lástima que, tal y como se ha puesto la manera de producir y consumir música, pueda pasar desapercibido en un mercado saturado. Pero merece la pena detenerse para escucharlo: esos breves momentos en los que disfrutas de algo realmente bueno y bello también nos dan calidad de vida. La sonoridad de THE LIFE YOU SAVE se mueve en un territorio donde el art pop de sutilezas electrónicas se funde con un folk introspectivo y una sensibilidad indie muy personal. Wasner construye un universo íntimo, lleno de detalles minúsculos, donde las texturas sintéticas conviven con guitarras que funcionan más como pinceladas emocionales que como protagonistas. El álbum transita por el dream pop más etéreo, por un synth–folk atmosférico y por un pop experimental que nunca busca el efectismo, sino la sensación de adentrarte en un paisaje interior en constante cambio. Todo está hilado por una voz cálida y cercana que actúa como guía a través de capas sonoras elegantes, artesanales y profundamente coherentes entre sí. En lo narrativo, Wasner vuelve a demostrar que es una de las compositoras más sensibles de su generación. Aquí pone el foco en la vulnerabilidad, la autoconciencia y los procesos de transformación personal, trazando un recorrido emocional que habla tanto de reconstrucción como de aceptación. Sus letras combinan imágenes poéticas con una lucidez casi documental sobre sus propias contradicciones, lo que otorga al disco una franqueza desarmante. Esa misma mirada se traslada a su imaginario visual: algunos de sus videoclips recurren a símbolos, gestos mínimos y paisajes que no ilustran literalmente el contenido, sino que amplifican la atmósfera de fragilidad, disolución del yo y conexión con el entorno. Todo contribuye a que THE LIFE YOU SAVE funcione como un relato íntimo que, sin alzar la voz, te atraviesa con una claridad sorprendente. En cuanto a la crítica, ha conseguido una media de 78 sobre 100: Allmusic, Mojo y Uncut 80/100; Pitchfork 78/100; Spectrum Culture 75/100 y Paste 73/100. Discrepamos mucho con esas valoraciones THE LIFE YOU SAVE ss un disco precioso y muy coherente con la sensibilidad de Jenn Wasner: íntimo, cuidado al detalle y emocionalmente preciso. Ella suele moverse en un terreno donde la artesanía pesa más que la visibilidad mediática, y eso hace que muchos de sus trabajos —ya sea como FLOCK OF DIMES o incluso dentro de Wye Oak— tengan una recepción crítica más discreta de lo que merecen. Que un álbum tan bien construido se quede en medias de 78/100 y picos de 80/100 no nos sorprende del todo: Wasner nunca ha sido de los nombres que reciben grandes campañas de prensa, y su música tiende a ser más sutil que llamativa. Pero para quienes conectan con su universo sonoro, cada lanzamiento es prácticamente un tesoro. Y nosotros hemos conectado. Hay álbumes que son mucho más que música. La vida es muy jodida, y cuando llegas a casa, tener un refugio en discos como THE LIFE YOU SAVE es un alivio que no tiene precio. Obras así te recuerdan que la belleza y la coherencia siguen existiendo, y que la música puede ser un verdadero hogar para quien sabe escucharla. 100 sobre 100    



MEJORES MOMENTOS: Afraid, Keep Me In The Dark, Long After Midnight, Defeat, Close To Home...

MEDIA CRÍTICA: 78/100

NUESTRA VALORACIÓN: 100/100




No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...