Han pasado ya cinco años desde que hablamos de Passenger, el segundo álbum de LISA HANNIGAN con el que nos demostró que era mucho más que una cantautora emergente con un pasado como la segunda voz de Damien Rice.
Entonces, ya supimos que su talento no era fruto de ninguna casualidad y que había venido para quedarse para siempre. Pero hemos añorado una cierta frecuencia entre sus trabajos, porque se tomó tiempo para regresar. Y como el propio Rice, que reapareció tras ocho años de silencio, Hannigan tampoco ha tenido ninguna prisa en editar AT SWIM, su tercer álbum de estudio. Y esa calma, esa ausencia de la prisa, se refleja en los cortes de este magnífico trabajo en el que Aaron Dressner -artífice de The National- ha ejercido como productor, consiguiendo que su voz suene aún más íntima si cabe, con temas minimalistas, sin adornos, con pocos instrumentos de refuerzo: una guitarra, un piano...
Lisa Hannigan siempre se ha caracterizado por tener una madurez y una sobriedad que se acentúan en este trabajo plagado de letras profundas, ricas e inteligentes, sobre temas universales como el amor y la muerte. Una de las diferencias con Passenger es que en aquel trabajo, podíamos encontrar algún tema desenfadado o divertido. En AT SWIM, no. Encontraremos una galería de canciones tristes, que no llegan a ser deprimentes. Porque el tratamiento que Hannigan otorga a todos esos temas rezuma sutileza y sensibilidad, consiguiendo transmitir muchísimas emociones con muy poco.
Nos es muy difícil afirmar que AT SWIM es mejor que Passenger o viceversa. Creemos que son dos álbumes complementarios. Las dos caras de la misma moneda. Imaginamos que el tiempo los pondrá a cada uno en su sitio. Lo que sí que tienen en común es que se trata de dos álbumes universales y atemporales, sin fecha de caducidad. Los dos se seguirán disfrutando igual dentro de diez, quince o veinte años. Nosotros recomendamos encarecidamente AT SWIM que es sin ninguna duda una de las novedades importantes de esta temporada.