S.G. GOODMAN es una cantante y compositora de Hickman, Kentucky. No es ninguna debutante. Tras liderar la banda The Savage Radley y grabar un álbum en 2017, pronto comenzaría su carrera en solitario en 2020. PLANTING BY THE SIGNS es su tercer álbum de estudio y probablemente sea su trabajo más personal y el que la reconecta con sus raíces. En él explora leyendas y tradiciones ancestrales como "Plantar según las señales lunares" que es justo a lo que se refiere el título del álbum, además de ser una metáfora de lo que puede crecer incluso en tierra árida o herida. También habla de pérdida, reconciliación y reencuentro consigo misma. S.G. GOODMAN es abiertamente lesbiana y ha hablado con claridad sobre lo que significa ser una mujer queer del sur rural de Estados Unidos. Se puede hablar incluso de contracultura porque sus canciones no solo nacen en el sur, sino contra muchos de sus sistemas dominantes (conservadurismo religioso, homofobia o negación de la crisis social). Ella misma ha dicho que su música intenta "dar voz a quienes no encajan en los estereotipos de lo que significa ser del sur". Se puede decir también que S.G. GOODMAN no es una outsider. Más bien todo lo contrario, ella canta como una insider con mirada crítica, no como una observadora externa ni como alguien que explota la estética sureña. Sus canciones no son nostalgia del sur, sino una especie de crónica emocional desde dentro del margen. Su obra es tanto una crónica íntima como un acto de rebeldía cultural. Es una respuesta a un entorno que a menudo excluye a personas queer, artistas experimentales y voces feministas. Musicalmente S.G. GOODMAN está adscrita a la americana y al Country Alternativo. En este álbum encontramos texturas raíces-rock con guitarras tectónicas, tambores crujientes, teclados atmosféricos… Su voz se muestra más grave y centrada, con un ligero vibrato que recuerda a una joven Lucinda Williams que seguramente debe ser uno de sus referentes musicales. Aunque posiblemente con la artista con quien tenga más cosas en común sea H.C. McEntire. Una colaboración entre ambas sería todo un sueño. Mientras esa colaboración llega en futuros álbumes, tenemos que quedarnos con que en este sí que cuenta con la participación de Bonnie "Prince" Billy, Clyde Charles, Mary Overbey, Myrtle Turner y con la de Matthew Rowan que además de co-producir el álbum junto a Drew Vanderberg, también colabora con bellas armonías en algunas de las canciones.
La crítica ha caído rendida ante este álbum. Según Metacritic ha obtenido una media de 88 sobre 100 que se distribuye de la siguiente manera: 90/100 Uncut y Spill Magazine; 84/100 Paste; 81/100 Pitchfork y 80/100 por parte de Mojo, HipHopDX y Record Collector. Aunque lo preocupante es que a pesar de esta excelente acogida, no tenga demasiadas reproducciones en Spotify. Esto puede ser porque Goodman trabaja con géneros como Americana, folk sureño, alt-country y roots-rock, que son de nicho y no suelen encabezar listas de éxitos en plataformas. Además, Sus canciones no están diseñadas para el algoritmo: duran más, tienen estructuras no convencionales y temáticas profundas o sombrías (como la adicción, la pérdida, el dolor rural, la sexualidad en espacios conservadores). Y también lo que os hemos comentado anteriormente de ser una figura contracultural en un espacio (la música country o sureña) tradicionalmente conservador. Unos ingredientes que pueden resultar poco comerciales para el mainstream, pero que acrecentan nuestro interés. Porque esta es la música y el tipo de artistas sobre el que nos gusta escribir. Ese artista honesto que cada composición supone un desafío tanto para él mismo, como para quienes escuchamos su música. Por nuestra parte solo podemos valorarlo con un 90 sobre 100 y seguiremos esperando esa colaboración soñada con H.C. McEntire.
MEJORES MOMENTOS: Fire Sign, I'm In Love, Satellite, Michael Told Me, Snapping Turtle,
MEDIA CRÍTICA: 88/100
NUESTRA VALORACIÓN: 90/100
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